viernes, 27 de enero de 2012

ISLEÑA BREVEDAD: Haiku nacido en delta del Paraná (3ª Entrega)

El haiku es un antiquísimo poema japonés. La regla clásica dice que tiene tres versos de 5-7-5 sílabas, aunque los grandes maestros de este género poético han roto este esquema todas las veces que han querido. Lo importante es el espíritu de esta forma poética; en ella, los poetas buscaron la ínfima brevedad de lo presente, atrapar lo efímero que escapa a la percepción de hombre común, para inmortalizarlo en la esencia pura, sin ningún agregado que ensucie a la realidad cubriéndola de palabras.
            El haiku está embebido de taoísmo y budismo zen, de la sensibilidad de quien está Atento, Presente, del que “está en lo que hace”. Es también una forma de meditación, de aguzar los sentidos para percibir sin intermediarios la realidad que nos circunda. También lo es para quien lee haiku, ya que, para conectar profundamente con el poeta, el lector también ha de leer en calma, Atento, casi desmenuzando los sonidos del lenguaje e intentando “ver” también él aquello que conmovió al poeta y lo llevó a escribir. El lector “crea” haiku leyendo.

 

“Haiku es simplemente

lo que está sucediendo en éste lugar,
en éste momento”
(Matsuo Basho)


Lágrimas verdes,
un sauce calla el dolor.
El río nunca vuelve.
***
Son tus acordes,
a orillas del río,
notas de agua.
***
Inadvertida,
Madre Naturaleza,
así gobiernas.
***

Ve lo pequeño,
hay secretos guardados
en lo profundo.
***
Oye el viento,
no hay Bien ni Mal en él.
Ni amo, ni Dios.
***
Hora de siesta,
el calor rompe sueños.
Aves conversan.
***
Pueblan tus noches
-vivencias en soledad-
raras presencias.
***
Busco mi cauce,
el río va a mis pies.
Árboles silban.




Ríos isleños,
laberintos de agua...
Y un prisionero.
***
Vulgar rocío,
simulas en las flores
tristes lágrimas.
***
Firme brevedad,
quizás sólo un silencio.
Hondo mensaje.


 

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