lunes, 23 de marzo de 2015

EL HORROR QUE CAYÓ DEL CIELO


Nuevo aniversario del golpe de estado 

"TODO EL DELTA FUE EL PATIO TRASERO DE LA DICTADURA"



El 24 de Marzo se cumplen 39 años del golpe cívico-militar que estableció como política de estado el asesinato y la tortura. A propósito de tal conmemoración publicamos la entrevista que realizaramos en el año 2012 a Fabián Magnotta autor del libro “El lugar perfecto”. En su investigación el periodista recogió decenas de relatos de isleños, testigos de aquel horror perpetrado desde el aire.

            Luego de dos años de recopilar testimonios en las islas del Delta entrerriano, el libro “El lugar perfecto” acaba de ser editado. Se trata de una valiosa investigación periodística centrada, por vez primera, en el destino de cientos de detenidos desaparecidos por la Dictadura cuyos cuerpos eran arrojados desde aviones y helicópteros sobre nuestro territorio isleño.
            Esta investigación supone un punto de partida para la aparición de nuevos testimonios y la ruptura de un silencio inquietante, llevado a cabo por nuestros paisanos que, por temor o pudor, no se habían animado a hablar públicamente de lo sucedido.
Muchos de nosotros -como observó en el número anterior el sociólogo isleño Diego Dominguez- hemos escuchado historias sueltas por parte de vecinos que no olvidarán jamás las imágenes de cuerpos flotando en el agua o cayendo del cielo.

¿Cómo surgió la idea de realizar una investigación sobre el destino de los desaparecidos en el Delta?

Sobrevolando el Delta se aprecia la enormidad del territorio.
El primer testimonio me llegó a fines de 2003. Era el relato de un policía que trabajó en Villa Paranacito, que dijo que una novia suya le había contado sobre el hallazgo de un tambor de gasoil de 200 litros, con un cuerpo en su interior tapado con cemento y la cabeza afuera. En la ocasión, los pocos isleños que encontraron el cuerpo en el barril, le dieron cristiana sepultura. A partir de allí salí a buscar más testimonios y pasaron varios años, hasta hace dos años ocurrió algo que fue decisivo. Resulta que un juez de Gualeguaychú estaba investigando la muerte confusa de un poblador en el río Paraná Bravo en diciembre de 2010, y para ello citó a un testigo, un obrero del monte. Una vez que le tomó declaración sobre el episodio, le preguntó si recordaba que en alguna otra época hubieran aparecido cuerpos en el río…y el hombre dijo que sí, que “en la época de los militares” ello era común, y contó que él mismo encontró cuatro cuerpos frente a su casa, y cuando fue a denunciar en Prefectura le preguntaron si alguno era pariente suyo, porque en caso contrario no tenía nada que denunciar… Ese nuevo relato me hizo comprender dos cosas. Por un lado, me confirmó la dimensión que había tenido el tema de los vuelos de la muerte en el Delta entrerriano. Y en segundo lugar, pensé que debía profundizar la investigación y publicarla, ya que yo tampoco era dueño de esa historia… Es como que la historia me fue encontrando porque quería flotar…y yo pensaba que el principal obstáculo sería el paso del tiempo, pero el principal obstáculo fue el silencio, el miedo que aún perdura en muchos testigos.

¿Qué vínculos te unen con las islas?
300.000 hectáreas de intrincados cursos de agua, montes, pajonales
 y bañados hicieron del Delta entrerriano 
“el lugar perfecto” para deshacerse de los cuerpos.

Yo vivo en Gualeguaychú. Conocí primero las islas del Tigre porque unos tíos míos que vivían en Dique Luján y luego en Escobar, me llevaron a la zona. Cuando conocí Villa Paranacito me deslumbró la magia del lugar, el hecho de que un río fuera la avenida principal… Después, ya periodista, denuncié ejercicios ilegales norteamericanos en la zona de Mazaruca, y luego investigué la posibilidad de que el empresario Rodolfo Clutterbuck, secuestrado en 1988, haya sido enterrado en Villa Paranacito. Así, en 2002 conocí el cementerio de Paranacito y presencié exhumaciones en busca del cadáver de Clutterbuck, que no apareció. Pero sí observé que en zona de cuerpos NN había cosas muy llamativas, anormalidades enormes…restos de un hombre cuando en los registros figuraba una mujer, uno registrado por muerte natural y que tenía un claro balazo en la cabeza, vi dos cuerpos juntos enterrados…recuerdo que uno había muerto con la camiseta de San Lorenzo puesta. Días pasados soñé con esa imagen, como si algo me dijera que no me olvide… Se me ocurre que esos cuerpos merecen una investigación que todavía no se ha hecho en ese cementerio, donde el silencio parece hablar…

¿Por qué crees que se eligió al Delta como región para deshacerse de los detenidos?

Cuando en el año 2004 en Radio Máxima de Gualeguaychú pasamos algunas entrevistas que habíamos hecho sobre los vuelos, llamó una oyente que dijo llamarse Elena Gómez. Miren la importancia de los oyentes…Elena dijo que era todo cierto lo que se decía, y que el Delta era “el lugar perfecto” para la desaparición de personas porque ellos no hablaban con nadie, por un montón de razones. Años después, cuando yo desgrababa ese relato, me surgió inesperadamente el título del libro que buscaba con ansiedad. Y bueno, creo que se eligió el Delta entrerriano por sus condiciones geográficas, no sólo por los ríos profundos y correntosos como el Paraná Bravo, sino también por las zonas anegadizas, cerradas, algunas impenetrables. Además, el Delta quedaba muy cerca de centros clandestinos de detención como la ESMA, Morón, San Fernando, Escobar, Campana… Desde la ESMA hasta Paranacito por aire son sólo 15 minutos. A ello se agregó el silencio del isleño, que es un poco natural pero que en la dictadura fue impuesto, fue forzado…


¿Qué pensaban los isleños cuando veían los bultos cayendo o cuando encontraban un cadáver? ¿Sabían de qué se trataba? ¿Creían que era gente inocente o los consideraban "guerrilleros" muertos en una guerra? ¿Qué conocimientos tenían de lo que sucedía en el país si carecían de acceso a los medios de comunicación?

Les decían que eran “muertos de la época”, “los que matan los militares”, “los que andan en política”. A todos los impresionaba el hecho de que fuera gente muy joven, y que muchos aparecieran con las manos y los pies atados con alambre. Interpreto que había como una lógica solidaridad humana y hasta un rechazo a la metodología de exterminio, sin mayor análisis político. En esos años en la isla, quien tenía televisor sólo veía el canal estatal, las radios eran todas del Estado, no había Internet, ni celulares, sumado todo esto a la cerrada censura que existía. Es como que el isleño no tenía dimensión de que el lugar era uno de los elegidos para un imponente plan de desaparición de personas. Y la dictadura bajaba el mensaje de que eran guerrilleros muertos en enfrentamientos. Creo que el isleño se acostumbró a la muerte y al silencio, y eso le hizo mal.

¿Qué es lo que recuerdan principalmente los habitantes del lugar?

En el caso del Delta entrerriano, la particularidad es que los pobladores no sólo fueron testigos de hallazgos, sino también de vuelos, y de lanzamiento de cuerpos en vuelo. Recuerdan que primero veían aviones y helicópteros que lanzaban “bultos” que no sabían qué eran. Cuando empezaron a encontrar cuerpos, lo relacionaron con los vuelos y allí entendieron. Hasta ahora había quedado como un secreto compartido de algo terrible que pasó en las islas…

¿Cuándo un vecino encontraba un cadáver que es lo que hacía? ¿Hubo casos de gente que se presentó a las autoridades para denunciar lo que había visto?

En todos los casos, la primera reacción fue denunciar el hallazgo de cuerpos que flotaban. O el caso de una señora que encontró dos cuerpos sobre el techo de su casa… En la zona, las dos fuerzas eran, y son, las delegaciones de Prefectura que dependían de Zona Delta, en Tigre, y la Policía de Entre Ríos. Yo digo que ambas fuerzas, en lugar de resguardar la vida, garantizaban que se hiciera efectiva la desaparición de personas… Y para el poblador de las islas, el jornalero, el obrero del monte, el lanchero, la docente, un poco como aquello de Charly García: “no cuentes qué hay detrás de aquel espejo/no tendrás poder/ni abogados, ni testigos”…

                                  Fabián Magnotta, mapa en mano, recorre el Delta entrerriano 
                                               en lancha buscando el testimonio de los isleños.


¿De qué manera silenciaban a los testigos las fuerzas de seguridad?

La complicidad atendía el mostrador. A un lanchero de la empresa Celulosa Argentina que denunció cuando por primera vez encontró dos cuerpos flotando, le dijeron: “vaya derechito a su casa si no quiere que le pase lo mismo”. A la señora que encontró los cuerpos en el techo, le dijeron que tomara un palo largo y los fuera empujando hasta hacerlos correr en el agua. Charlie Ferreyra, que tenía 16 años y se iba al Paraná Bravo para escuchar mejor las radios FM de Buenos Aires, veía que los helicópteros se posaban y lanzaban cuerpos, y recuerda que los mayores le aconsejaban que se escondiera para no quedar comprometido él mismo. La muerte desde el cielo era un mensaje muy fuerte en sí mismo, y a ello los militares le sumaban las “advertencias” a los testigos, y una presencia omnipotente, impune en la zona que incluyó un llamativo censo poblacional en 1979 que se llamó Operativo San Sebastián, que fue casa por casa y con “censistas” poco cálidos y armados.

¿Podés relatar algunos testimonios de isleños que te hayan conmovido o impresionado particularmente?

El relato del conductor de una lancha escolar, que en más de una oportunidad cuando llevaba a los chicos vio que lanzaban cuerpos con total impunidad y despreocupación frente a ellos mismos. Y el hombre les decía que se agacharan, que no miraran, con el propósito de resguardarlos. Y los chicos luego iban a su casa y no hablaban del tema, no contaban nada porque había como un pacto de silencio en la población isleña, una población que fue víctima de la dictadura al tener que acostumbrarse al terror en el cielo.

Los cuerpos que se arrojaban desde los aviones, ¿En donde caían? ¿En los ríos, en los pajonales, en las costas?

En todos lados. Eran aviones y muchos helicópteros. Algunos testigos hablan de helicópteros Alouette y Puma, que eran de Prefectura y de la Armada y llegaban “desde el lado de Buenos Aires”. Yo pensaba inicialmente que buscaban ríos profundos, pero hay muchos testimonios que hablan de los vuelos dentro del monte, a ras de la arboleda, en zonas de humedales.

Cuándo aparecía un cadáver, ¿qué se supone que pasaba con él? ¿Alguien lo hacía desaparecer?

Los cuerpos corrían distinta suerte. Prefectura y Policía se llevaron a varios, seguramente están enterrados y hay que investigar. Pero también los dejaban correr por los ríos, a algunos que quedaban atrancados los comían los peces, otros varios deben estar en las profundidades. Y los que caían en los montes, quedaban allí. Creo que muchos no van a aparecer más, pero hay muchos que sí podrían llegar a encontrarse.

Lockheed L88 Elecktra utilizado por la Armada

¿Hay alguna zona en especial en la que se circunscriban más casos?

Yo marqué principalmente la zona comprendida entre los ríos Gutiérrez y Paraná Bravo. Son trescientas mil hectáreas de intrincados cursos de agua y también de montes. El Bravo es el rey en la zona, es correntoso, tiene una profundidad de cuarenta metros, es salida de buques de ultramar y desemboca en el río Uruguay. En cuanto a las fechas, algunos testigos dicen que 1978 fue la época de mayor cantidad de lanzamientos, y durante el Mundial, en junio de 1978, dicen que fue muy grande la cantidad de vuelos.

¿Existe forma de determinar la cantidad de desaparecidos que hay en el Delta?

Está todo en investigación, diría que el asunto es dinámico y que se abrió una puerta que aún tiene muchas sorpresas. De acuerdo a la cantidad de testimonios, me atrevo a hablar con prudencia de centenares de cuerpos en el Delta entrerriano. Pensemos que en 1979, un año donde ya se habían producido la mayoría de las desapariciones, un policía me dijo que solamente él había encontrado 17 cuerpos.

¿Conocés historias de las islas de Tigre y San Fernando? ¿Pasó lo mismo en estas zonas?

Algo decimos en el libro, pero estoy accediendo ahora a mayores detalles. Me llegó un testimonio anónimo, después del libro, que indica que el primer lugar para el lanzamiento de cuerpos en tambores de combustible fue el Canal San Fernando. Y resulta que se produjo un accidente de una embarcación particular, que hizo pensar en el Delta entrerriano. Pero los primeros tambores en San Fernando fueron lanzados desde embarcaciones, no desde vuelos. Me dicen también que hay bastante para trabajar en San Fernando en toda la zona de Prefectura. Allí hay muchas respuestas que todavía no tenemos, como en la Prefectura Zona Delta en Tigre… En el libro incluyo los nombres de los jefes de la época.

Hoy en día, cuando hablás con los isleños, ¿qué percepción tienen de lo sucedido? ¿Fueron hechos relevantes en sus vidas o notás que cuentan las historias desapasionadamente como algo mas que les pasó? ¿Tienen miedo de hablar?

Desapasionado no hay nadie en esta historia que fue y acaso es tan fuerte para los isleños. Cuando terminé el libro, el año pasado, concluí que un tercio de los testigos había hablado y brindado su nombre; otro tercio había hablado sin dar su nombre; y otro tercio directamente no había hablado. El miedo todavía dura. De todos modos, como si tiráramos de un mantel, todo se corre para adelante, las cosas empiezan a cambiar y quienes no hablaban empiezan a animarse, y quienes daban el testimonio en forma anónima se atreven a dar el nombre. Cómo habrá sido de fuerte el tema en la gente, que hace algunos meses cuando presenté el libro en Holt-Ibicuy, frente a Paranacito, me contaron que a una chica de 16 años su abuelo le dice, ahora, que no se bañe en el río Paranacito porque “aparecen cuerpos flotando”. ¡Cómo habrá sido de impactante lo que pasó, que el hombre aún sigue conmovido por lo que vio!

A partir de la edición de tu libro ¿se inició alguna investigación judicial o gubernamental al respecto?

Era lo que yo esperaba, pero no ha sucedido. En algún tiempo me presentaré a la Justicia con el libro y con los testimonios que han surgido después. Hay jueces del juicio de la ESMA que conocen el tema del Delta entrerriano. Creo que hay mucho para trabajar. Estamos entre una Justicia donde hay funcionarios con un compromiso real, y otros que no se mueven; y al mismo tiempo observo que la masacre de la dictadura fue más grande de lo que pensábamos. Yo sigo recogiendo testimonios, tengo varios fuertes para tomar y de hecho lo estoy haciendo. Y los testimonios me llevan y me traen, entre el Delta entrerriano y el Delta bonaerense. Ya estoy concluyendo que todo el Delta fue el patio trasero de la dictadura…

Nota de la redacción: Si tenés algún relato referente a este tema, ocurrido en el Delta de Tigre o San Fernando, podes llamar al 1568443671, enviarnos un mail a boletinislenio@yahoo.com.ar o dejar una carta en la librería Sudeste, Avenida Cazón 1048. Prometemos preservar la confidencialidad de cualquiera que desee contar su historia.