sábado, 22 de febrero de 2014

PARA QUE PENSEMOS LOS QUE NOS LLAMAMOS A NOSOTROS MISMOS “ISLEÑOS”


Por Oscar “Bocha” Cenizo

 


Soy integrante de la Asamblea de Trabajadores Isleños 1º de Mayo. A pesar de que hay gente que quiere desvalorizarla, sepan que está de pie y trabajando. Andando de arroyo en arroyo, esta asamblea tiene muy presente que  el sentir de la población isleña es que no quiere una Normativa hecha por gente del continente, que no tiene ni idea de cómo se vive y se trabaja en este lugar. No tienen ni idea de las costumbres ni las necesidades que aquí tenemos.

            Dicen que en la asamblea 1º de Mayo no hay isleños. Sepan que el que esto escribe nació en el hospital de boca Carabelas y hasta el día de hoy permanece en las islas. Dicen que son sólo “hipies” mugrosos. Si mal no recuerdo, tiempo atrás la gente del continente nos decía que los isleños éramos “negros barreros”, “patas sucia”. No conozco mucho de historia, pero también a los gauchos de antaño los llamaban “pordioseros”, “ladrones” y “pendencieros”, sólo por el hecho de no tener un pedazo de tierra donde caer muertos. ¡Claro! Cuando tuvieron que poner el pecho los llamaron los “gloriosos gauchos de Güemes. No vaya a ser que de tanto criticar, tengamos que decir: “Los gloriosos hipies isleños”.

¡Nosotros, los que nos llenamos la boca diciendo que somos isleños tenemos que estar adelante! Ser todos asambleístas porque como isleños nos corresponde defender la isla, defender el sentir de la gente, por eso estoy en la Asamblea 1º de Mayo. Porque todos los involucrados queremos lo mismo: defender lo poco que nos queda.

Si permitimos que uno o veinte concejales que viven en el continente envueltos en lujo que dictan las leyes sentados en sus mullidos sillones, mientras un pobre empleado les acarrea el cafecito; que no son capaces de abrir la ventana para saber de qué se trata, entonces cometemos el error más grande del mundo.

Nosotros los asambleístas estamos de pie, trabajando por el bien común de los isleños. Si piensan que en la asamblea hay sólo hipies y por eso no quieren participar, yo les diré que son sólo pretextos para no mover el culo de la silla.

El ser isleño es sentir la libertad, es respirarla hasta extasiar los pulmones. Nuestro precio es la pelea diaria con el río, con el calor; los mosquitos en verano y las mañanas frías del invierno. Peleamos las mareas que todo lo arrasan, y es un constante empezar de nuevo, pero es nuestra decisión de quedarnos y aguantar, sólo por el hecho de sentir esa libertad que nos regala el río. Pero si preferimos ser incrédulos y pensar que a nosotros no nos va a salpicar este asunto de la Normativa de Construcción porque somos isleños, una cosa es ser incrédulo y otra es ser estúpido, porque entonces, el olor a libertad se va a convertir en olor a mierda de los countries.

Que los que critican y no hacen nada piensen si merecen ser isleños. Yo también me negaba a hacer algo. En un principio decía: “Si me vienen a joder los saco cagando”. ¿Qué fácil no? defender el Delta es defender a los habitantes isleños, es defendernos a nosotros mismos y por ende nuestra libertad.

No es mi intención ofender a nadie con esta mi forma de pensar. Estas palabras sólo quieren que reflexionemos y nos unamos en una sola voz y juntos hagamos nuestra propia historia. La historia de los isleños.

sábado, 15 de febrero de 2014

"El arte de viajar" - Reflexiones sobre el turismo sustentable - Por Alejandra Losada


Reflexiones
EL “ARTE DE VIAJAR” por Alejandra Losada
Recuerdo cuando venía a la isla como turista a principios de los noventa, era una citadina en busca de algo diferente. No tenía casi contacto con la naturaleza, más que el de haberme criado en un lugar con espacio verde e ir a tomar mate a un gran parque de la ciudad. Lo que brindaba el Delta en aquella época era NADA, solo la posibilidad de alquilar la casita de algún isleño de tradición. No había luz, por lo tanto no contábamos con ventiladores o aire acondicionado. Tampoco con electrodomésticos, estufas eléctricas, celulares, computadoras, Wi Fi y el equipito de música andaba a pilas. Evitábamos, rebobinar el cassette porque éstas se gastaban rápidamente. Del barrio de “turistas” mi casa era la única en la que había una heladera a gas que era la enfriadora oficial de todo el lugar, ya que todos dejaban las cosas para conservar o para que simplemente se mantuvieran “al clima”. Tener una cerveza fría era tocar el cielo con las manos. Los tules de colores sugestivos adornaban las camas. Esperábamos poder descansar con la brisa y el fresco nocturno y mañanero propio de la isla. Los inviernos pasaban con la compañía de una fogata, un buen tinto, guitarra y amigos...la lectura, la pintura, el descanso y la contemplación del río yerbeando con una amiga o un vecino. Todo esto hacía que el fin de semana se tornara perfecto.
¿Aventureros, locos…? No, era simplemente el deseo de querer transformar, tal vez, algo de nuestras vidas. La idea de explorar el lugar, de ir aquerenciándose, de aprender de sus costumbres, de observar, de escuchar, de ser respetuoso y de compartir eran los puntos esenciales para conectarse con la “Gran Madre”. Comencé a entender y comprender que la isla me estaba dando TODO. Todo lo que yo estaba necesitando para conocer y disfrutar sin dañar. Este sitio fue tan generoso que tiempo después me abrió las puertas para quedarme como si sintiera que era mi lugar en el mundo, ofreciéndome con sencillez todo lo que necesitaba.
            Desde hace algunos años he notado que Tigre y el Delta (que son cosas diferentes) sufrieron una transformación turística, con pretensiones de convertirse en el Miami argentino. Lugar ideal para vivir, vacacionar o hacerse una escapadita de fin de semana. Lamentablemente lo que se ofrece nada tiene que ver con el Delta, o sea, con las características propias del lugar, convirtiéndolo en un falso paraíso que no existe naturalmente. Proyectos peligrosos, destructivos y superficiales, desde los movimientos de tierra hasta la lenta desaparición de su forma de vida que hace a la cultura lugareña. Las ofertas turísticas son muchas, variadas y depredadoras, a veces, cómplices de este cambio que poco tiene que ver con el cuidado del medio ambiente pero si con el verde de los billetes. Se trata de construcciones con endicamientos altísimos, lagunas artificiales, desvíos de cauces de los ríos, exceso de edificaciones (cabañas, complejos, casas) en terrenos pequeños, uso irresponsable e indebido de la energía eléctrica (aires acondicionados, estufas, reflectores, etc.). El arroyo o el río ya no es el lugar para nadar, bañarse o refrescarse, ahora hay que ofrecer playa y piscina con aguas claras purificadas al igual que en las duchas y en los baños. Parece ser que el barro y el color del agua ya no es propio de nuestro lugar…¿perdón hay jacuzzi?, pregunta la gilada, inducida por la bajada de línea institucional.
En cuanto a los microemprendimientos, muchos también responden a un plan ridículo y ficticio a la hora de ofrecer el lugar. Hablan de: “contacto con la naturaleza” y de un “edén ideal para el descanso y la tranquilidad, en absoluta armonía”, cuando en verdad lo que “venden” son casas amontonadas, sin intimidad, contaminación sonora, perreríos en busca de asados y nadando atrás de las piraguas, gente pescando sin saber por qué, tirando alguna que otra basura al río, como el envase de la gaseosa que acaban de consumir o el paquete de cigarrillos vacío. Los usuarios utilizan parques y muelles vecinos propiedad de otra gente con tradición en la isla. También proponen una gran variedad de “actividades armadas” para que el visitante no se aburra, no piense ni transite el contacto verdadero con el lugar. Al final hay tantas cosas ofrecidas que ni el lugareño, si es tomado como referente y creador de esta forma de vida, sabe de qué se tratan. Pareciera que todo gira en torno de la propia conveniencia sin tener en cuenta el medio ambiente, el comercio justo y el respeto por lo socio cultural.
            Falta destacar el tema de la navegación que, sobre todo por estos días, es violenta e invasiva. Tanto las grandes empresas como las lanchas de turistas parecen haberse olvidado de las responsabilidades de una navegación respetuosa. El único objetivo parece ser el de llegar más rápido a su efímero destino. Para el isleño es imposible movilizarse durante los fines de semana, más aún cuando debemos transitar por ríos como el Sarmiento, Carapachay, Capitán o Abra Vieja, muchas veces huyendo de la Prefectura por no tener la documentación original en regla. Los lugareños quieren volver a recuperar sus ríos, recorrerlos con tranquilidad como es su costumbre y no esperar al día domingo por la nochecita para que eso suceda. No sirve resignarse y esperar a que el fin de semana pase para poder recobrar la tranquilidad. Hay que preservar lo que tenemos y esto implica UN CAMBIO DE MENTALIDAD.
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      El turismo SUSTENTABLE, RESPONSABLE O SOSTENIBLE se basa en que las comunidades y los paisajes no sean simplemente objetos de consumo, sino instancias de intercambio. Este tipo de turismo es de bajo impacto, a pequeña escala, protegiendo los recursos naturales, la diversidad biológica e incluyendo el aspecto socio cultural, las costumbres y formas de vida. Conocer, aprender, más que consumir, desechar y olvidar. Se trata de una actividad comercialmente viable que trae beneficios para la comunidad en donde se inserta, procurando que sus réditos no queden solo en una sola persona, sino que se expandan hacia todos los sectores involucrados.
            Un turista responsable contrata a  operadores responsables, muchas veces isleños que intentan desarrollar esta “novedad” y que no necesariamente están “habilitados” ni son fomentados. Se fija que el lugar en donde se hospeda sea consciente del cuidado energético, del uso del agua, de la calefacción o del tratamiento de los residuos y observa que la relación comercial con las comunidades locales sea justa. También es aquel que busca conocer y adaptarse a la sociedad o al lugar visitado, conociendo sus códigos y sus normas para NO INVADIR NI INTERFERIR con su desarrollo y poder intercambiar experiencias desde el respeto y la comprensión. En el “arte de viajar”, el nuevo viajero (no turista) trata de ir abierto, respetuoso y permeable a lo diferente. Y de todo esto hay muy poco. Comencemos a trabajar en serio



miércoles, 5 de febrero de 2014

FEDERICO UGO: “HAY UNA DECISIÓN DE PERSEGUIR AL ISLEÑO”

El Concejal Federico Ugo expresó que el bloque del FPV se solidariza con los isleños afectados.


En una entrevista exclusiva que brindó a Boletín Isleño el concejal tigrense Federico Ugo, jefe del bloque del Frente Para la Victoria, manifestó su preocupación por las recientes clausuras y apercibimientos sufridos por isleños militantes de la Asamblea de Trabajadores Isleños 1º de Mayo.
“Hay una decisión de perseguir. Tanto Lucila (la mujer que fue apercibida por realizar refacciones en su casa del Canal Ortiz) como Diego (Regnícoli, propietario del restaurante clausurado Beixa Flor) son parte de la Asamblea 1º de Mayo. Acá hay una orden política: “estos dos hincha pelotas de la asamblea, mandémosle un mensaje”. Lo que están haciendo es medir la respuesta de la asamblea en este proceso de prórroga, luego de la fuerza que demostró el año pasado”, afirmó el concejal.
            En cuanto a la manera en que se están aplicando las políticas y normas en el Delta, Ugo declaró: “Al isleño hay que buscar incluirlo, tenerlo adentro, no afuera. Yo lo que veo es que se pretende que quede el 90% afuera, y fíjate como te arreglás o te tenés que ir. Y después que vengan otros a los que Massa les fue a decir y contar lo lindo que es el delta y que sirve para invertir, y que sirve para hacer negocios de la industria turística.”
              Estas declaraciones se dan en un marco de inquietud general en la isla luego de que una mujer que reparaba ella misma su vivienda en el canal Ortiz sufriera un apercibimiento de parte de funcionarios municipales por no contar con planos de arquitecto ni carteles de obra, y de la clausura del tradicional restaurante Beixa Flor, un pequeño emprendimiento familiar isleño ubicado en el arroyo Abra Vieja.


martes, 4 de febrero de 2014

ASAMBLEA 1º DE MAYO: "EL MUNICIPIO DE TIGRE ARREMETE CONTRA TRABAJADORES Y HABITANTES DEL DELTA"

MEDIANTE UN COMUNICADO DE PRENSA, LA ASAMBLEA DE TRABAJADORES ISLEÑOS REPUDIÓ CLAUSURAS Y MULTAS:


Inspectores municipales recorrieron las islas del Delta y clausuraron establecimientos familiares y apercibieron a vecinos sobre obras que se encontrarían fuera de la ley. El día viernes 7 de febrero a las 11hs los isleños acompañarán a uno de los damnificados al tribunal municipal de faltas de Tigre que lo sancionó con una multa de $168.000.- bajo la consigna “SI TOCAN A UN ISLEÑO, NOS TOCAN A TODOS”. Hay rechazo y “estado de alerta” por parte de la comunidad local.

Restaurante Beixa Flor, sobre el Abra Vieja


En tan solo una semana los inspectores municipales de Tigre clausuraron, apercibieron y sancionaron a varios habitantes del Delta luego de salir en lancha por diferentes ríos y arroyos a levantar infracciones en distintos establecimientos familiares y a vecinos particulares por supuestas irregularidades en habilitaciones y construcciones.
                Diego Regnicoli es un habitante tradicional de las islas y tiene, en su propia casa, un restaurant que funciona únicamente durante los meses de verano. A pesar de todo quiso regularizar la situación de su “comercio” en el 2004 pero, a partir de la gestión de Massa, le informaron que habían extraviado la documentación presentada. Este supuesto descuido, que se viene repitiendo en decenas de otros casos, promovió sanciones posteriores y fue el principio de los sucesos que terminaron por la clausura de su casa-restaurante “Beixa Flor”, ubicado en el arroyo Abra Vieja. Luego de reunir ciertos e innumerables requisitos para concretar la habilitación Regnicoli comenzó a sufrir apercibimientos y trabas en la presentación de documentación por descuidos administrativos del municipio que insistía en reclamar una deuda prescripta que nunca dejaba de existir en los archivos por lo que seguía siendo intimado recurrentemente. La semana pasada su espacio fue clausurado definitivamente y el Tribunal de Faltas de Tigre le otorgó una sentencia económica de $168.000.-  Ya había gastado alrededor de $30.000.- para obtener la habilitación.
                Luzila, es otra vecina de las islas. Vive con sola con sus dos hijos y está haciendo una ampliación en su casa como puede y con sus propias manos. En este caso, y a partir de la extraña denuncia efectuada por un vecino (que no vive en el Delta), cuatro inspectores municipales desembarcaron en su casa exigiéndole planos y cartel de obra firmados por un arquitecto, cuestión de imposible cumplimiento por parte de la sancionada. Ambos habitantes de la isla son militantes de la “Asamblea de Trabajadores Isleños 1º de Mayo”, organización que intenta defender el trabajo y el modo de vida que se establece en el Delta, en contraposición al avance inmobiliario desaforado, al deterioro del medio ambiente que se viene dando, a la existencia de un turismo depredador y a las nuevas regulaciones que intenta instaurar el Municipio de Tigre del cual Sergio Massa fue intendente hasta hace poco tiempo.
                A estos dos casos emblemáticos se le suma el cierre, durante estos últimos tiempos, de almacenes y boliches que cumplen una función social ya que en la zona resulta muy difícil acceder a la compra de mercaderías comestibles.
                El viernes 7 a las 11hs. la “Asamblea de Trabajadores Isleños 1º de Mayo”, que cuenta con gran adhesión de la comunidad, convocó a todos los habitantes de las islas a acompañar a Diego Regnicoli hasta el Tribunal de Faltas, ubicado en la Estación Fluvial de Tigre, para manifestar su repudio a este tipo de atentados contra el trabajo y el modo de vida que los isleños mantienen desde hace más de un siglo.
Recordando el caso de Luzila es importante destacar que la autoconstrucción es uno de los principios básicos de la “Identidad Isleña” y que estas clausuras y apercibimientos constituyen medidas recaudatorias y expulsivas así como también graves afrentas a los usos y costumbres que se vienen transmitiendo oralmente de generación en generación. 

Agradecemos la difusión de esta información
                                                                              Asamblea de Trabajadores Isleños 1º de Mayo

domingo, 2 de febrero de 2014

EN EL DÍA DE LOS HUMEDALES: ¿QUÉ HACEMOS CON EL NUESTRO?

Hoy se celebra el Día Mundial de los Humedales.  Los isleños nos debemos un profundo debate sobre cómo estamos usando los nuestros. Aquí publicamos la nota central del boletín de diciembre, donde recogemos diferentes voces que expresan las diversas visiones que tienen los isleños sobre el uso de su suelo.


EL SENADO DIO MEDIA SANCIÓN A UNA LEY DE PROTECCIÓN DE HUMEDALES Y SE ABRIÓ LA POLÉMICA: ¿QUÉ HACEMOS CON NUESTRAS ISLAS?

El año que viene se debatirá en Diputados para su aprobación definitiva. En el Delta, uno de los más importantes humedales de la Argentina, provocó opiniones encontradas. Un sector de los productores forestales protestó por considerar que atenta contra su trabajo tradicional. Otros sectores isleños productivos y los que luchan contra emprendimientos inmobiliarios y turísticos junto con organizaciones ambientalistas le dieron la bienvenida.

El Senado Nacional dio el mes pasado media sanción a un proyecto de ley de protección de humedales que establece presupuestos mínimos, un relevamiento del estado actual de esos ecosistemas y una autoridad de aplicación. Ahora resta que el año que viene se debata en Diputados para su total aprobación.
            En un marco de situación isleño de profundos conflictos respecto al uso del suelo del Delta, sobretodo en relación a qué sistema debe aplicarse en la producción maderera –principal actividad económica tradicional de la región-, la agropecuaria, y los unánimemente rechazados emprendimientos inmobiliarios, esta noticia ha dividido las opiniones en los diferentes sectores económicos y sociales de las islas.
            El proyecto de ley tiene por objetivo, entre otras cosas “establecer los presupuestos mínimos para la conservación, protección, restauración ecológica y uso racional y sostenible de los humedales y de los servicios ambientales que éstos brindan a la sociedad en todo el territorio de la Nación, en los términos del artículo 41 de la Constitución Nacional.” El artículo 3 del proyecto establece entre otros puntos:
“- Promover la  conservación y el uso racional de los humedales;
-Proteger y conservar la biodiversidad de los humedales;
-Implementar las medidas necesarias para evitar la alteración de las características ecológicas de los humedales, identificando y limitando las actividades que amenazan su conservación y sustentabilidad;
- Promover los medios de vida tradicionales en las áreas de humedales.

Día del Isleño en Carabelas: hubo fuertes críticas al proyecto de ley


            Fueron durísimas las palabras al respecto de parte de un sector importante de los productores forestales en la pasada fiesta del Día del Isleño el 9 de noviembre en el Río Carabelas. Mauro Gómez, Presidente del Consejo de Productores del Delta, expresó: “Este es el caso de ciertos proyectos que, con la fachada del pseudo ambientalismo, atentan contra la actividad económica de los pobladores. Por esta razón necesitamos que los funcionarios, científicos y técnicos que trabajen en estos temas se acerquen a la región y la conozcan para poder legislar con responsabilidad.”
            Por su parte, José Jacobsen, presidente de la Cooperativa Agrícola de Villa Paranacito, islas de Entre Ríos, se manifestó en durísimos términos en relación al proyecto de ley: “Los productores del Delta vemos con seria preocupación los proyectos de ley que se están presentando en el Congreso de la Nación con el objeto de regular el uso de nuestros humedales. Estos proyectos de continuar la marcha que llevan, nos dejarán completamente marginados de cualquier tipo de actividad tanto forestal como ganadera. Quienes los han elaborado se han olvidado por completo de que existe una gran producción dentro de estas tierras a la que se dedica la mayoría de sus habitantes. Se olvidan de la existencia de pueblos, dentro de este valle fluvial, que tienen la base de su economía en la forestación y la ganadería. Desde hace más de 100 años se han dedicado a esto sin haber hecho el menor daño ambiental; todo lo contrario ya que con esfuerzo y trabajo hemos creado este pulmón verde cuidado y mantenido.”
            Luego Jacobsen objetó a la Fundación Humedales/Wetlands, impulsora del proyecto, y a las autoridades por no haber consultado a ningún productor: “Nos llama poderosamente la atención que en ningún momento se nos haya consultado a ningún tipo de productores, cooperativas u organizaciones isleñas sobre el tema. No solo eso: se ha dado pie a un grupo ambientalista de nombre extranjero a opinar o ser partícipe de un proyecto que no sabemos bien que fin persigue, sin haber tenido nunca en cuenta el hecho de arruinar una economía regional de importancia. Sugerimos que antes de intentar elaborar un proyecto recorran la zona palmo a palmo, hablen con sus habitantes y verifiquen si es realmente necesario hacer una regulación de este tipo. Quizás así puedan darse cuenta que pocos cuidan su tierra y el ambiente como hace un isleño.”
            Mauro Gómez, consultado por Boletín Isleño (BI) sobre de qué manera afectaría esta ley a los productores, afirmó: “Hay restricciones para la producción forestal. Se oponen a los endicamientos, se oponen al manejo del agua. No contemplan la producción como la estamos haciendo nosotros. En el Delta hay todavía muchas zonas sin trabajar, estamos necesitando que venga alguno a invertir y puedan ponerse en producción y darle una mayor escala productiva, ya que estamos medio bajos en producción. Si estos proyectos prosperan, los inversores dejan de venir.”
¿Ustedes contemplan la producción forestal sin endicar, respetando el régimen natural de las mareas?
“Hay gente que lo hace, se puede tener plantaciones de sauce a zanja abierta, pero se hace muy difícil si uno no tiene un manejo del agua; el agua no te permite planificar. Lo que se propone desde los productores es manejar el agua, no impedirle el ingreso a los campos, de esa forma se cuida el medio ambiente, se mantiene un régimen húmedo, pero uno puede así programar las tareas. Si uno deja que el agua entre y salga libremente, la forestación prácticamente no viene. Viene solo en los albardones, y lo demás se va perdiendo y se transforma todo en un pajonal. Los pajonales se incendian, perjudicando a especies en extinción y a toda la fauna que viven las islas. En un campo bien manejado, eso no ocurre, e incluso se pueden dejar áreas de reserva en los campos forestales, donde la fauna y la forestación conviven perfectamente.”

Jorge Temporetti, presidente de la FAA filial Delta, defendió el poryecto y criticó a los productores que solo especulan con la concentraciónn de la tierra.


En contraposición a estas opiniones, desde otro importante sector de productores isleños se vio con buenos ojos la media sanción del proyecto, pues destaca que la concentración y la gran escala en la que se pretende trabajar por parte de los fuertes forestadores es la clave de la destrucción del humedal. Jorge Temporetti, Presidente de la Filial Delta de la Federación Agraria Argentina, expresó a BI: “Hoy acá rige la ley de la selva. Y eso no es un problema de la forestación, es un problema de la concentración. Los que dicen que "perjudica la forestación" son los que  hacen negocios con la concentración, por eso es que se autodenominan productores pero nunca los viste pelear por el precio de su producto, pretenden que siga la ley de la selva, asociándose al capital financiero, especulativo, que hace negocios inmobiliarios.  Miente sobre eso porque en esa lógica criminal, solo ven la "escala”.  Los bajos precios, hoy viles para la madera, facilitan la concentración y los negocios inmobiliarios. En realidad, la norma no impide ninguna de las actividades tradicionales, y si declara la necesidad de establecer normas de producción que la hagan sustentable.  La superficie forestada del delta en la actualidad, digamos 80.000 hectáreas sobre el 1.700.000 total del delta, carece de significación.  Sin embargo se han contabilizado según la USAM y  Fundación Humedales, 250.000 hectáreas endicadas.  ¿Que se hace ahí? Algo es para ganadería, para la forestación, pero lo que crece, como los diques, es la producción transgénica, con clara tendencia a la soja. Y esto es ya una clara agresión no solo al humedal y sus cualidades, sino, principalmente, a los vecinos.”
Distinto es el enfoque desde las organizaciones ambientales que vienen luchando en el Delta desde hace años por proteger el humedal, de una de sus principales agresiones: los emprendimientos inmobiliarios. Liliana Leiva es integrante de la prestigiosa Asamblea Delta y Río de la Plata, pieza fundamental en la defensa de nuestras islas desde hace años. Así manifestó a BI: “Ante el estado crítico de degradación de nuestros humedales, urgen prohibiciones taxativas en lo que respecta a los aspectos normativos, que debieran ser los aportes de los legisladores. El proyecto de ley adopta la definición de humedal de la convención RAMSAR (nota de redacción: La convención RAMSAR es un tratado internacional para proteger humedales en todo el mundo): “…son humedales las extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”. Aquí sigue siendo necesario extender el debate sobre los humedales artificiales y artificializados, ya que conocemos el fenómeno de los barrios privados que ocupan y destruyen humedales, a la vez que crean otros sistemas acuáticos artificiales. Sigue en falta el debate sobre los bienes públicos y comunes.” Luego Leiva expresó su preocupación por los excesivos tiempos de trabajo que prescribe el proyecto de ley, y que dejarían a los humedales a merced de la especulación: “Nos preocupa el Artículo 5°, que establece un excesivo plazo de 5 años para la realización de un Inventario Nacional de Humedales. Teniendo en cuenta las dificultades que se presentaron para realizar el inventario de glaciares y por otro lado, encontrándose los humedales, a diferencia de aquellos, en zonas de más fácil acceso, muchas de ellas pobladas y conocidas por las comunidades,  nos parece un lapso de tiempo demasiado extenso para terminar un inventario, tiempo durante el cual los humedales corren el riesgo de ser víctimas de la especulación sobre tierras y el avance de la frontera sojera que asola el país. La ley no cuenta con restricciones ni prohibiciones puntuales sobre actividades en los humedales, es imprescindible que en la reglamentación se especifique con más precisión cuales son las actividades prioritarias y establecer limitaciones a las actividades en humedales, siendo esta laxitud otro riesgo inminente para la protección efectiva de nuestros humedales a corto plazo.”
En este sentido opinó también el licenciado Fernando del Giúdice, ecólogo e isleño que fue consultado en su momento para la creación de este proyecto: “El proyecto enmarca sí algunas consideraciones importantes en cuanto a su protección y lo hace para los humedales en general, sin enfatizar en uno u otro tipo. Hay profundas diferencias estructurales y de funcionamiento de humedales en el país. Esto el proyecto de ley no lo aclara demasiado. No es lo mismo un humedal en la cordillera que el Delta. Dado que fui consultado por la Comisión de Recursos Naturales del HSN, le introduje a modo de un apartado mayores precisiones sobre el Delta, porque sea por su extensión como por sus usos y funcionamiento, debería tener una consideración específica o al menos enmarcada en estas particularidades, pero la propuesta no fue tenida en cuenta. Un humedal no es solo islas y agua, es mucho más que eso, por tanto pensar en un reduccionismo conceptual de lo que este ambiente es nos lleva a quedarnos sin él. Es archisabido que tiene múltiples funciones, muchas de ellas asociadas a la inundabilidad, la diversidad que establecen un marco de aprovechamiento de su biomasa que es más que la forestal, si bien en términos económicos sea de menor cuantía, hay una intencionada subvaloración de otros servicios ambientales por parte de aquellos que lo único que les interesa es su maximización económica, capitalizando las ganancias y externalizando los costos, es decir "socializan" el deterioro ambiental del humedal en provecho propio. En otras palabras los problemas nos lo transfieren a nosotros y los beneficios se los quedan ellos. Los productores una vez que adoptan un modo productivo son sumamente reticentes en aceptar que existen otras alternativas de producción forestal más amigables con el humedal. De hecho los antiguos forestadores así lo hacían. Es una paradoja que endiquen al Delta para manejar las aguas y que luego tengan que bombear agua para irrigar sus plantaciones. Un absurdo. Cabe señalar además que el INTA, a pesar de tener un discurso "sustentable" sigue con sus viejas prácticas de la pampa húmeda traspolándolas al humedal. Pero hay algunas buenas señales que parecen indicar que este organismo está tomando nota de sus errores en este tipo de ambientes. Esperemos que así sea.”
Como hemos podido ver tras la consulta a un amplio abanico de sectores isleños, la nueva ley de protección de humedales abre un grande y profundo debate que deberemos darnos en la isla: ¿Qué estamos haciendo, y qué haremos con nuestro humedal?


Mapa Forestal del Delta: ¿Qué tipo de uso de la tierra hacemos los isleños?