Hace un año,
un inédito malón del agua llegó al pueblo a exigir que sus derechos fueran
respetados, que su trabajo tradicional no se viera avasallado, y que sus
costumbres no resultaran negadas en un papelucho votado por los que se
adjudican la representación de un pueblo que no conocen. Ante la mirada atónita
de los ciudadanos de Tigre, que hormigueaban cada uno hacia sus cosas, más de
500 isleños avanzaban hacia el palacio municipal.
Era viernes.
Masivamente, los habitantes de la primera sección de islas abandonaban sus
trabajos y tareas de rutina para embarcarse rumbo al continente, a decirle a
Sergio Massa que no permitirían que su historia y sus medios de vida se desprecien
y se perjudiquen.
Al llegar a la
avenida Cazón, pacíficamente, cantando, tocando bombos y riendo, se encontraron
con un vallado policial montado como para contener a un ejército en armas, a
pesar de que días antes, el actual intendente, Julio Zamora, se había
comunicado con algunos para informar que serían bien recibidos. Una comisión de
cinco delegados de lo que más tarde se convertiría en la Asamblea 1º de Mayo,
ingresó a la sede comunal a presentar un petitorio que incluía cuatro puntos
votados en multitudinarias reuniones:
-Veto o derogación de la Normativa de
Construcciones del Delta, y creación de otra que refleje los usos y costumbres
tradicionales de los trabajadores de todos los rubros con la participación de
los sectores sociales y productivos isleños.
-Inmediata suspensión de todas las clausuras
a las obras y tareas tradicionales isleñas, y la derogación de cualquier multa
o sanción al trabajo de la población isleña, no así a las de los grandes
emprendimientos de barrios privados que son los únicos que afectan el medio
ambiente y la sociabilidad isleña.
-Exigir un espacio de Participación y
Gestión de la población isleña sobre todo lo concerniente al Plan de Manejo de
islas.
-Gestión isleña del Puerto de Frutos,
espacio donado por su original propietario para uso exclusivo de la comunidad
de las islas.
Un año
después, un pequeño balance de almacenero: La normativa no será derogada, sino
que ahora se promete una suerte de “proceso participativo” a través de un
expediente, del que, en los hechos, quedará afuera todo aquel isleño que no
sepa expresarse correctamente en castellano escrito, o no entienda de
cuestiones papeleriles.
En cuanto a
las clausuras, que se han reducido sensiblemente, existieron dos resonantes
casos ocurridos durante el verano: El apercibimiento a una isleña que hacía
reparaciones en su vivienda de Canal 8, y el cierre del restaurante Beixa Flor,
en el Abra Vieja, ambos hechos repudiados de inmediato por la comunidad.
El espacio de
participación real dentro del municipio en todo lo que concierne al Plan de Manejo,
nunca existió y continúa sin miras de existir, ni qué hablar del último punto,
el de la gestión isleña del Puerto de Frutos, actualmente, un shopping a cielo
abierto para el turismo masivo del conurbano bonaerense.
EL DÍA HISTÓRICO EN IMÁGENES: CUANDO TENGAMOS NUESTRO PROPIO MUNICIPIO ISLEÑO, EL 31 DE MAYO SERÁ FERIADO.
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