viernes, 13 de diciembre de 2013

Se supo: “DELTA ECO NAT GÁROMP” no era sustentable.

Ante la preocupante proliferación de "Emprendimientos de mierda" en el Delta, el periodista Norberto Ralt hace una grave denuncia tras investigar en profundidad uno de esos adefesios turísiticos: "Se supo: “DELTA ECO NAT GÁROMP” no era sustentable".

Un verdadero Ralt enojado ante la barbarie del turismo depredador que le enreda el chicote para pescar taruchas en su pequeño arroyo de la segunda sección.



Antes de dar comienzo a este nuevo relato deseo hacer algunas aclaraciones previas. Los otros días recibí, a través de la lancha colectiva, una esquela enviada por los responsables del Boletín Isleño en la que se me notificaban dos cosas. La primera estaba relacionada con el tenor de mis escritos y resultaba más bien una imploración tendiente a que le “bajara el tono” a mis relatos, ya que algunos los consideran algo “zafados”. La segunda cuestión tenía que ver con el interés de un auspiciante que manifestaba el deseo de “sponsorearme” a través de un anuncio de $100. A la primera de las demandas me negué categóricamente y, cuando la colectiva bajaba de vuelta para Tigre, devolví mi respuesta que decía lo siguiente: “Estimados José y Ferdinando, jamás he de bajar la cabeza. No me agradan las “agachadas” y me debo a mis “caros” lectores de la isla, a quienes no puedo, ni debo defraudar. Cómo dice un buen amigo mío: siempre digo la verdad cuando miento.

En cuanto al tema del “sponsoreo”, debo decir que me ha llamado bastante la atención esta insólita situación. Tener un auspiciante que prefiere inmolarse adhiriendo a mis escritos en vez de pagar por un aviso tradicional, debajo de los inofensivos “Corresponsalitos” de la página siete, me sonó raro y hasta sospechoso. También evalué, en un principio, que el magro pago de $100.- que ofrecía mi mecenas era insultante, pero después vi los papelitos en donde anoto la deuda de la almacenera y pensé…bueno…todo sea para poder seguir pagando el vino que saco fiado todas las semanas.

Así es que acepté nomás y en la lancha de las 15hs., sin más dilaciones, llegó el contrato que rubriqué con mi firma y envíe de vuelta a la redacción del Boletín. Resulta que ahora debo hablar bien de cierto lugar recreativo y mencionar su nombre tres veces en algunos de mis relatos, a modo de “chivo”. Por ejemplo: “Me encontraba degustando mi tradicional whisky con soda en un lugar de ensueño. Saboreando los exclusivos platillos, elaborados con los mas “nobiles” vegetales que solo se pueden obtener en verdulería “Carlitos” (acá van otros $33,333 de “Carlitos”). Viví Beixa Flor...Fumate el Delta”.  Por cada una de estas tres menciones recibo a cambio $33,333 de retribución. No está bien, pero tampoco está tan mal. Tal vez empiece en la próxima entrega.

            Volviendo al tema que nos concierne, debo decir que todos hemos quedado patitiesos  con la denuncia formulada por el “Comando 728”, que terminó echando por tierra la mascarada que resultó ser el emprendimiento turístico “DELTA ECO NAT GÁROMP”, pues parece ser que tenía poco de DELTA, menos de ECO, nada de NAT y mucho de GÁROMP.

Las veinte hectáreas destinadas al “eco turismo empresarial natural” se encuentran ubicadas en el arroyo “La Ranita”, hasta hace algunos años una zanja completamente tapada a la que era imposible ingresar los  días de agua baja y que, gracias a los refulados con los que fueron rellenados los terrenos, hoy tiene una profundidad de quince metros. Toda la zona era navegada, en forma permanente, por las imponentes embarcaciones “ecológicas” propiedad de los responsables del emprendimiento, que pasaron de ser, en un periquete, benefactores del Delta a meros promotores del turismo depredador o, a partir de ahora, turismo “garompa”. Propiedad de un consorcio cuyo gerente es el empresario italo-norteamericano Timothy Bompette, “Delta Eco Nat Gáromp” no solo violó las leyes ambientales nacionales, sino que también incidió grandemente en el deterioro social de la zona. Lo inconcebible de la situación es que el bochornoso complejo fuera  auspiciado y subvencionado por el estado que, además, lo categorizó bajo el status de “sustentable”.

De la denuncia se desprende que:

·         La puesta en marcha del emprendimiento y la permanente pasada de embarcaciones destruyeron costas, botes y muelles de los vecinos de la zona.

·         Estas lanchas de transporte privado NO eran ecológicas. Los cuatro motores en línea que propulsaban a cada una de ellas no eran ni E-Tec, ni Four Stroke, ni nada por el estilo, sino  cabezones Mercurys de 150 hp., modelo 77 que, con seis cilindros, gastaban 100 litros la hora, “fumaban” que daba miedo, rompían los tímpanos a medio mundo y ahuyentaban a toda forma de vida animal circundante.

·         Los felinos enjaulados, autóctonos de la región, que publicitaban a través de la web, no eran más que “togas” traídos de Carupá para amenizar las veladas empresariales y las reuniones con funcionarios que venían en busca de relax y “algo más”.

·         Los empleados se veían obligados a firmar un contrato de “confidencialidad” por el cual se comprometían a callar y a no divulgar jamás las alternativas de lo que sucedía del otro lado del alambrado electrificado que protegía al predio.

·         Hincha fanático de la Academia Racing Club, Tim Bompette modificó la geografía del lugar en forma aberrante. Desde el aire podían apreciarse los movimientos de suelo realizados y las impactantes lagunas artificiales con amarras, que dibujaban, en uno de los casos el rostro de Ramón Ismael “el Mencho” Medina Bello y en el otro el del eterno “Chango” Cárdenas.

·         El volumen y la dudosa calidad de la música con la que bailaban los conchetos en las “fiestachas” que organizaban, así como también el show de fuegos artificiales de los días sábados terminaron por ahuyentar a los lugareños históricos y, nuevamente, a la fauna de la zona.

·         La escandalosa iluminación nocturna modificó en pocos años la dinámica natural de la biodiversidad que habitaba el arroyo.

·         El cementerio de corbatas, que los “caretas” arrojaban luego de ser utilizadas como vinchas en los “bailongos”, contaminaba el suelo de la isla ya que no eran biodegradables.

·         Todos los deshechos cloacales eran arrojados, derecho viejo, a un piletón a cielo abierto, mediante un caño de ocho pulgadas, que se encontraba en el fondo. Por lo tanto se desprende que, el tan promocionado “Avistaje de Tarariras con binoculares desde un amplio deck”, que difundían por internet, era escalofriantemente falso.

·         Un dato incomprensible es que, en todas sus publicidades (folletería, página web, etc.), se omitía la presencia del río y del paisaje isleño. En cambio, abundaban las fotografías de yacuzzis, piscinas de aguas transparentes, duchas escocesas, yates y fiestas en imponentes salones.

Luego del escrache, los responsables políticos de haber habilitado al adefesio turístico, revocaron los permisos, clausuraron las instalaciones, cancelaron los subsidios y salieron, rápidamente, a pronunciarse en favor del turismo sustentable.

Queda como conclusión una breve reflexión: los emprendimientos turísticos están pretendiendo incorporar el concepto de la sustentabilidad que, desde éste y otros medios, se ha comenzado a promover con cierta insistencia. Resulta que ahora, hasta los propios depredadores se manifiestan en contra del turismo depredador e intentan despegar de él mediante la utilización de un discurso falso. Hay que estar muy “al loro” porque, de ahora en más, nos van a querer embarullar con nuevas - palabras - viejas como: “Humedales”, “Palafitos”, “Sustentabilidad”, “Depredación”, “Eco” y “Nat” para mimetizarse con nosotros.

Pueden engañarnos por un ratito pero, a la final, las cosas bien se saben…como pasó con “Delta Eco Nat Gáromp”, cuyo financiamiento y funcionamiento no se sustentaban ni medio. 

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