El cronista Norberto Ralt al grito de "Hijos de putaaaaa" desde la galería de su
casa ante el paso de una caravana de motoqueros de agua.
Llega el verano y nuestra pacífica realidad comenzará
a verse alterada. Las señoritas semidesnudas tomando sol en los muelles recrearán
las adormecidas fantasías invernales y los turistas de pocos escrúpulos,
embarcados en lanchas recién compradas, despertarán toda nuestra ira. Pronto
dirigirse al continente para realizar alguna compra o hacer un trámite se
tornará una actividad de riesgo debido al enorme aumento del parque náutico y
al crecimiento meteórico de inadaptados que desconocen cuál es la manera
correcta y educada de navegar por nuestros lugares. Como parte de toda esta fauna,
que pronto se nos vendrá encima, los isleños venimos observando con creciente
repulsión, el patético fenómeno náutico encarnado por el “pendeviejo” que anda
en moto de agua. Estos hombres maduros, de canas al viento o incipientes
calvicies, están invadiendo de a poco nuestros cursos de agua con sus poderosos
y escandalosos hipocampos de metal, o más bien de plástico reforzado.
"Pendeviejo" recuperando años perdidos en el arroyo Abra Vieja.
Hasta hace poco se los podía
observar navegando en soledad, o a lo sumo en parejas, por las zonas en donde
la navegación deportiva es permitida, pero últimamente, comentarios
provenientes de todo el Delta dan cuenta de que se han empezado a movilizar en
grandes grupos por todas partes. Son embajadores del mal y reflejan, con sus
comportamientos execrables, el modo de ser concheto y caretón que llevan en las
ciudades. No conocen los ríos ni interactúan, bajo ningún punto de vista, con el
entorno ni con nuestra cultura, desprecian a otras formas de vida con su
ofensiva indiferencia y se encuentran en la cúspide de la pirámide del turismo imbécil.
Un militante “anti”, integrante del “Comando 728” con quien converso
una vez por semana, sostiene que organizan sus juntadas por Internet a través
de las redes sociales de las cuales yo, no entiendo ni medio pito. Este mismo
activista es quien nos comenta que, luego de haber conformado en las sombras un
tribunal montaraz, un grupo de paisanos juzgaron a priori y en ausencia, a los
miles de desconocidos que llegaran a las islas con sus jets sky por los “Delitos
de Lesa Navegación”, condenándolos a impublicables penas.
Lo que se observa a todas luces es que, toda vez que se encuentran
agrupados carecen, como individuos, de mentalidad propia y son guiados
simplemente por una suerte de estupidez colectiva y adolescente. Trazan las
aguas exigiendo al máximo el rendimiento de los motores alcanzando velocidades
y decibeles que limitan con la demencia, hablan entre ellos a los gritos y
profieren desagradables risotadas festejando las fechorías recientemente
perpetradas por alguno de sus pares, como pudo haber sido la de saltar la ola
de una colectiva un domingo a las cinco de la tarde en el Sarmiento. Todo lo
que no sea extremo y veloz les importa tres belines.
Cuando alguna de las motos
sufre un desperfecto mecánico, grande es la alharaca que se produce, pues el
resto de los pendeviejos comienzan a acercarse y a formar grandes rondas
entorno suyo para intentar definir cuál es el problema que dejó sin propulsión
al adefesio, que por lo general se resuelve colocando nuevamente el “hombre al
agua” que se había desenganchado del cortacorriente. Su solidaridad grupal se
pone también de manifiesto cuando algún rezagado desaparece del mapa. En tales
circunstancias la preocupación entre ellos crece, el cardumen se detiene y
envían a uno o dos representantes para ver que le ha sucedido a su compañero
demorado. Pocos minutos después, impacientes, destacan a otro emisario para que
actualice la información, que sale, entonces, a toda marcha en busca de los
otros tres. Los sexagenarios que se quedan aguardando empiezan a utilizar los
celulares para hablar, o bien entre ellos o bien con sus novias adolescentes,
que han de ser, seguramente, esculturales y jóvenes modelos. En esta instancia
son carcomidos por una ansiedad morbosa y empieza a producirse un ir y venir
enfermo y sin lógica de motitos, que contemplamos sentados desde nuestros
muelles mientras nos mordemos los labios y tanteamos con la mano, en busca de algún
objeto contundente.
Pocas cosas alteran o violentan tanto al apacible habitante del Delta como
el “salame en moto de agua”, quien a su paso recibe desde las costas, unas
veces por lo bajo otras a viva voz, todo tipo insultos y demostraciones de
desprecio. Tal vez tanto recelo isleño se deba, en parte, a una gran cuota de
envida. ¿A quién de ustedes no le gustaría, aunque sea por un momento, dar una
vueltita a bordo de esos bólidos? ¿Cuántos de vosotros, mis tan caros lectores,
desearían tener la guita que ostentan estos garcas, que llegan por montones en
sus Lamborghinis a las guarderías de San Fernando? Si hasta se nos ha cruzado
por la cabeza la loca idea de prender fuego la canoba con el Milrod de cuatro y
medio que tenemos atado a un palo, al ver pasar semejantes flechazos cortando
el celofán. Pero lo que más nos inquieta es observar su aparente dicha, y es
por ello que las manifestaciones populares y silenciosas en su contra se
difunden por todo nuestro territorio acuífero a través de pequeños actos de
resistencia que consisten en, por ejemplo, arrojarles frutas u otros objetos
voladores desde los muelles. Tanto se ha difundido la inquina vecinal que desde
hace cuatro temporadas se viene realizando, en forma clandestina, la entrega
del “Naranjazo Dorado”, premio que destaca al máximo agresor de motoqueros de
agua del año.
Alfio di Bardo, ganador por tres veces consecutivas del "Naranjazo Dorado"
Alfio Di Barddo (el nombre es falso ya que éste héroe es buscado
intensamente por la Prefectura) ha recibido en el mes de abril del 2012 su
tercer galardón consecutivo por atentar contra alrededor de ciento cuarenta
embarcaciones deportivas de este tipo durante los meses del verano. Es cierto,
este buen vecino nuestro cuenta con una ubicación geográfica preferencial ya
que se domicilia en un pequeño arroyo sin salida que resulta una encerrona para
los imprudentes easy sexagenarys riders
(pero sin onda) del río. Al respecto Alfio nos cuenta que: “a veces vienen en grupos y entran al arroyo a todo lo que da. Vos
podés ver que acá no hay más de cinco metros de orilla a orilla… ¡tienen que
pasar despacio! Te salpican todo, te hacen marejada, con el chorrito del
alcahuete te mojan la canoba, a veces las creaturas están nadando…son un
peligro…dan ganas de cagarlos a puñetes. ¡Los fines de semana llamás al 106 y
no te atiende nadie!” Las
particularidades del arroyito en el que vive, resultan de gran ayuda a la hora
de la emboscada cítrica y son en parte responsables de que Di Barddo haya sido distinguido
en tres ocasiones consecutivas con el importante galardón: “El arroyo no tiene salida y mientras mas entrás, mas bajo es…al fondo
termina siendo una zanja. Además en un punto se empieza a enllenar todo de
camalotes que a veces se les meten en la turbina y les paran los motores. La
naturaleza colabora mucho, siempre es nuestra amiga. Cuando entran pasan como
cuetes, pero cuando vuelven están asustados porque adentro se quedaron sin
agua, le dieron a un tronco, se morfaron los camalotes, se les tapó la bomba…entonces
ahí los espero con un canasto lleno de fruta podrida y les tiro con todo. La
idea es educar, no lastimar”, y agrega:
“también es lindo cuando se paran a
preguntar en que arroyo están, o como hacen para volver a la guardería, porque
no tienen idea en donde están. Ahí no les tengo contemplación…mientras les doy
las explicaciones arranco a los naranjazos. Si puedo soy traicionero.”
A veces buscamos nuestra identidad a los naranjazos y la encontramos
cuando en la isla se hace cumplir la ley isleña. Algunos la cuestionan por
primitiva, otros por irracional, pero ¿qué cosa es en verdad más violenta? ¿El
machete rabioso que dirime sin sangre un entredicho o tu lanchón, en viaje al
Uruguay, que le pasa por arriba a una familia de inocentes tiñendo de carmín
las mansas aguas?
Hace mas de diez años que presento notas en la PNM en el edificio Guarda Costas y dependencias, logré una reunión con el Prefecto Zona Delta y los Subprefectos correspondientes a cada sub zona, se firmó un acta de compromiso, se comprometieron en dedicarse al tema, les hice saber todo lo que conocemos los de a pié sobre la posible connivencia de la Institución y el negocio de las motos de agua o artefactos flotantes propulsados, hace unos años, durante unos días hubo controles... pero cada Prefecto Zonal debe establecer según el reglamente como y por donde pueden circular estos bodrios, nada pasó, dispongo de todas las presentaciones y lo mencionado, solo no pude, si alguno quiere mas datos y retomar la causa ... Verán que todos padecemos el mismo mal, es hora de unirnos para hacernos oir o sentir Roberto
ResponderEliminarFIRMEMOS TODOS ESTE PETITORIO!!!!!!! https://secure.avaaz.org/es/petition/Quienes_amen_el_Delta_del_Parana_Si_navega_en_el_Delta_NO_HAGA_OLAS_NI_RUIDO_RESPETE_al_DELTA_y_al_ISLENO/?fbss
ResponderEliminarEsto le paso a mi amigo Lucas: https://www.facebook.com/photo.php?v=708911672475772&set=vb.100000708360878&type=3&permPage=1
ResponderEliminarParece que la felicidad ajena y el disfrute de los turistas les da un poco de envidia de la peor y en vez de explotarla la destruyen. Si no se puede navegar en moto de agua por algún lado... pues llamen a prefectura... pero donde esta permitido esta permitido.. Y si no les gusta pueden mudarse a lugares mas tranquilos. El tigre esta lleno de turistas hace décadas. .. si no desean explotarlo y no saben aceptarlo, vendan sus propiedades que cotizan bastante bien gracias a los "pendeviejos" que odian porque tienen más recursos o tienen amigos. Que tristes que son.. creia que los militontos pregonan el amor y son estandartes del "pais con buena gente".. parece que no tan buena cuando les arranca la envidia.
ResponderEliminarAcabo de leer tu comentario y sos realmente un/a imbécil que no entiende nada, ni de ironía, ni de literatura, ni de un catzo. "Militontos"? De qué hablás?
EliminarQuiero en 1er lugar aclarar que no soy isleño solo soy un turista mas de los tantos que aprendieron a amar al Delta
ResponderEliminarsu naturaleza y paz,puedo asegurar que no les tenemos envidia a los que usando motosnauticas o lanchas rompen todo lo que es ese encanto ya estoy seguro que lo que encuentran en su desenfreno no es lo que la gran mayoria de los que amamos al Delta buscamosSOLO PEDIMOS QUE NO NOS MOLESTEN
creo que padece su propio mal , vivir odiando todo lo que se ve pasar... hace mal . agredir a una persona esta mal y la violencia solo engrenda mas violencia . boludos hay en todos lados de eso no se salva nadie , da lastima la exprecion de alfio , un odiador , pobre tipo.
ResponderEliminarPerdón, alguno entiende que ésto es en broma? Porque si lo entienden no tienen ni media onda muchachos y si no... están medio dormidos.
ResponderEliminar¡Muy bueno! Muy bien escrito. Y sí, hay algunos para quienes la ironía y la sátira les quedan muy lejos.
ResponderEliminarHOY ESTUVE EN LA ENTRADA DEL RIO TIGRE ,SOBRE LA ESQUINA DEL LUJAN...VOY MUCHO POR ALLI Y NO PUEDO ENTENDER QUE ESTANDO PREFECTURA EN UN MUELE ENFRENTE,NO HAYA MUERTOS TODOS LOS FINES DE SEMANA..EL LUGAR ES UNA CRUZ..SALEN BOTECITOS DEL ARROYITO DE ENFRENTE, A MOTOR DE LA GENTE QUE VIVE EN LA ZONA..LAS LANCHAS COLECTIVAS QUE VAN Y VIENEN ...LOS YATES...LAS LAS LANCHAS DE EXCURCIONES ,LOS CATAMARANES,LOS BOTES DE REMOS.....Y CIENTOS DE MOTOS DE AGUA, JUSTO EN EL MEDIO DEL LUJAN A ESO DE LAS 18 HS.ES UN EXQUICITO KILOMBO...NO ENTIENDO COMO ALGUNOS CON PEQUEÑITOS KAJAK DE COLORES ESTRIDENTES ,SE ANIMAN A REMAR DENTRO DE ESA MARAÑA DONDE NADIE RESPETA LAS BASICAS REGLAS DEL RIO..ACLARO QUE CRECI EN LA ISLA ,EN UNA EPOCA QUE LAS EMBARCACIONES RESPETABAN HASTA UN PEQUEÑO BOTE ,ATADO EN UN MUELLE...BASTA SEÑORES NOSOTROS LLEGAMOS PRIMERO ,RESPETENNOS..
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