El 24 de Marzo se
cumplen 39 años del golpe cívico-militar que estableció como política de
estado el asesinato y la tortura. A propósito de tal conmemoración publicamos la entrevista que realizaramos en el año 2012 a Fabián Magnotta autor del libro “El lugar
perfecto”. En su investigación el periodista recogió decenas de relatos
de isleños, testigos de aquel horror perpetrado desde el aire.
Luego
de dos años de recopilar testimonios en las islas del Delta entrerriano, el
libro “El lugar perfecto” acaba de
ser editado. Se trata de una valiosa investigación periodística centrada, por
vez primera, en el destino de cientos de detenidos desaparecidos por la
Dictadura cuyos cuerpos eran arrojados desde aviones y helicópteros sobre
nuestro territorio isleño.
Esta
investigación supone un punto de partida para la aparición de nuevos
testimonios y la ruptura de un silencio inquietante, llevado a cabo por
nuestros paisanos que, por temor o pudor, no se habían animado a hablar públicamente
de lo sucedido.
Muchos de nosotros -como observó en el
número anterior el sociólogo isleño Diego Dominguez- hemos escuchado historias
sueltas por parte de vecinos que no olvidarán jamás las imágenes de cuerpos
flotando en el agua o cayendo del cielo.
¿Cómo surgió la idea de
realizar una investigación sobre el destino de los desaparecidos en el Delta?
Sobrevolando
el Delta se aprecia la enormidad del territorio.
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¿Qué vínculos te unen con
las islas?
300.000
hectáreas de intrincados cursos de agua, montes, pajonales
y bañados hicieron
del Delta entrerriano
“el lugar perfecto” para deshacerse de los cuerpos.
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Yo vivo en Gualeguaychú. Conocí
primero las islas del Tigre porque unos tíos míos que vivían en Dique Luján y
luego en Escobar, me llevaron a la zona. Cuando conocí Villa Paranacito me
deslumbró la magia del lugar, el hecho de que un río fuera la avenida principal…
Después, ya periodista, denuncié ejercicios ilegales norteamericanos en la zona
de Mazaruca, y luego investigué la posibilidad de que el empresario Rodolfo
Clutterbuck, secuestrado en 1988, haya sido enterrado en Villa Paranacito. Así,
en 2002 conocí el cementerio de Paranacito y presencié exhumaciones en busca
del cadáver de Clutterbuck, que no apareció. Pero sí observé que en zona de
cuerpos NN había cosas muy llamativas, anormalidades enormes…restos de un
hombre cuando en los registros figuraba una mujer, uno registrado por muerte
natural y que tenía un claro balazo en la cabeza, vi dos cuerpos juntos
enterrados…recuerdo que uno había muerto con la camiseta de San Lorenzo puesta.
Días pasados soñé con esa imagen, como si algo me dijera que no me olvide… Se
me ocurre que esos cuerpos merecen una investigación que todavía no se ha hecho
en ese cementerio, donde el silencio parece hablar…
¿Por qué crees que se
eligió al Delta como región para deshacerse de los detenidos?
Cuando en el año 2004 en
Radio Máxima de Gualeguaychú pasamos algunas entrevistas que habíamos hecho
sobre los vuelos, llamó una oyente que dijo llamarse Elena Gómez. Miren la
importancia de los oyentes…Elena dijo que era todo cierto lo que se decía, y que
el Delta era “el lugar perfecto” para la desaparición de personas porque ellos
no hablaban con nadie, por un montón de razones. Años después, cuando yo desgrababa
ese relato, me surgió inesperadamente el título del libro que buscaba con
ansiedad. Y bueno, creo que se eligió el Delta entrerriano por sus condiciones
geográficas, no sólo por los ríos profundos y correntosos como el Paraná Bravo,
sino también por las zonas anegadizas, cerradas, algunas impenetrables. Además,
el Delta quedaba muy cerca de centros clandestinos de detención como la ESMA,
Morón, San Fernando, Escobar, Campana… Desde la ESMA hasta Paranacito por aire
son sólo 15 minutos. A ello se agregó el silencio del isleño, que es un poco
natural pero que en la dictadura fue impuesto, fue forzado…
¿Qué pensaban los isleños
cuando veían los bultos cayendo o cuando encontraban un cadáver? ¿Sabían de qué
se trataba? ¿Creían que era gente inocente o los consideraban
"guerrilleros" muertos en una guerra? ¿Qué conocimientos tenían de lo
que sucedía en el país si carecían de acceso a los medios de comunicación?
Les decían que
eran “muertos de la época”, “los que matan los militares”, “los que andan en
política”. A todos los impresionaba el hecho de que fuera gente muy joven, y que
muchos aparecieran con las manos y los pies atados con alambre. Interpreto que
había como una lógica solidaridad humana y hasta un rechazo a la metodología de
exterminio, sin mayor análisis político. En esos años en la isla, quien tenía
televisor sólo veía el canal estatal, las radios eran todas del Estado, no
había Internet, ni celulares, sumado todo esto a la cerrada censura que
existía. Es como que el isleño no tenía dimensión de que el lugar era uno de
los elegidos para un imponente plan de desaparición de personas. Y la dictadura
bajaba el mensaje de que eran guerrilleros muertos en enfrentamientos. Creo que el isleño se acostumbró a la
muerte y al silencio, y eso le hizo mal.
¿Qué es lo que recuerdan
principalmente los habitantes del lugar?
En el caso del Delta
entrerriano, la particularidad es que los pobladores no sólo fueron testigos de
hallazgos, sino también de vuelos, y de lanzamiento de cuerpos en vuelo. Recuerdan
que primero veían aviones y helicópteros que lanzaban “bultos” que no sabían
qué eran. Cuando empezaron a encontrar cuerpos, lo relacionaron con los vuelos
y allí entendieron. Hasta ahora había quedado como un secreto compartido de
algo terrible que pasó en las islas…
¿Cuándo un vecino
encontraba un cadáver que es lo que hacía? ¿Hubo casos de gente que se presentó
a las autoridades para denunciar lo que había visto?
En todos los casos, la
primera reacción fue denunciar el hallazgo de cuerpos que flotaban. O el caso
de una señora que encontró dos cuerpos sobre el techo de su casa… En la zona,
las dos fuerzas eran, y son, las delegaciones de Prefectura que dependían de
Zona Delta, en Tigre, y la Policía de Entre Ríos. Yo digo que ambas fuerzas, en
lugar de resguardar la vida, garantizaban que se hiciera efectiva la
desaparición de personas… Y para el poblador de las islas, el jornalero, el
obrero del monte, el lanchero, la docente, un poco como aquello de Charly
García: “no cuentes qué hay detrás de aquel espejo/no tendrás poder/ni
abogados, ni testigos”…
Fabián
Magnotta, mapa en mano, recorre el Delta entrerriano
en lancha buscando el
testimonio de los isleños.
La complicidad atendía el
mostrador. A un lanchero de la empresa Celulosa Argentina que denunció cuando
por primera vez encontró dos cuerpos flotando, le dijeron: “vaya derechito a su
casa si no quiere que le pase lo mismo”. A la señora que encontró los cuerpos
en el techo, le dijeron que tomara un palo largo y los fuera empujando hasta
hacerlos correr en el agua. Charlie Ferreyra, que tenía 16 años y se iba al Paraná
Bravo para escuchar mejor las radios FM de Buenos Aires, veía que los
helicópteros se posaban y lanzaban cuerpos, y recuerda que los mayores le
aconsejaban que se escondiera para no quedar comprometido él mismo. La muerte desde el cielo era un mensaje muy
fuerte en sí mismo, y a ello los militares le sumaban las “advertencias” a los
testigos, y una presencia omnipotente, impune en la zona que incluyó un
llamativo censo poblacional en 1979 que se llamó Operativo San Sebastián, que
fue casa por casa y con “censistas” poco cálidos y armados.
¿Podés relatar algunos
testimonios de isleños que te hayan conmovido o impresionado particularmente?
El relato del conductor de
una lancha escolar, que en más de una oportunidad cuando llevaba a los chicos
vio que lanzaban cuerpos con total impunidad y despreocupación frente a ellos
mismos. Y el hombre les decía que se agacharan, que no miraran, con el
propósito de resguardarlos. Y los chicos luego iban a su casa y no hablaban del
tema, no contaban nada porque había como
un pacto de silencio en la población isleña, una población que fue víctima de
la dictadura al tener que acostumbrarse al terror en el cielo.
Los cuerpos que se
arrojaban desde los aviones, ¿En donde caían? ¿En los ríos, en los pajonales,
en las costas?
En todos lados. Eran
aviones y muchos helicópteros. Algunos testigos hablan de helicópteros Alouette
y Puma, que eran de Prefectura y de la Armada y llegaban “desde el lado de
Buenos Aires”. Yo pensaba inicialmente que buscaban ríos profundos, pero hay
muchos testimonios que hablan de los vuelos dentro del monte, a ras de la
arboleda, en zonas de humedales.
Cuándo aparecía un cadáver,
¿qué se supone que pasaba con él? ¿Alguien lo hacía desaparecer?
Los cuerpos corrían
distinta suerte. Prefectura y Policía se llevaron a varios, seguramente están
enterrados y hay que investigar. Pero también los dejaban correr por los ríos,
a algunos que quedaban atrancados los comían los peces, otros varios deben
estar en las profundidades. Y los que caían en los montes, quedaban allí. Creo
que muchos no van a aparecer más, pero hay muchos que sí podrían llegar a
encontrarse.
Lockheed L88 Elecktra utilizado por la Armada |
¿Hay alguna zona en especial en la que se circunscriban más casos?
Yo marqué principalmente
la zona comprendida entre los ríos Gutiérrez y Paraná Bravo. Son trescientas
mil hectáreas de intrincados cursos de agua y también de montes. El Bravo es el
rey en la zona, es correntoso, tiene una profundidad de cuarenta metros, es
salida de buques de ultramar y desemboca en el río Uruguay. En cuanto a las fechas,
algunos testigos dicen que 1978 fue la época de mayor cantidad de lanzamientos,
y durante el Mundial, en junio de 1978, dicen que fue muy grande la cantidad de
vuelos.
¿Existe forma de determinar
la cantidad de desaparecidos que hay en el Delta?
Está todo en
investigación, diría que el asunto es dinámico y que se abrió una puerta que
aún tiene muchas sorpresas. De acuerdo a
la cantidad de testimonios, me atrevo a hablar con prudencia de centenares de
cuerpos en el Delta entrerriano. Pensemos que en 1979, un año donde ya se
habían producido la mayoría de las desapariciones, un policía me dijo que
solamente él había encontrado 17 cuerpos.
¿Conocés historias de las
islas de Tigre y San Fernando? ¿Pasó lo mismo en estas zonas?
Algo decimos en el libro,
pero estoy accediendo ahora a mayores detalles. Me llegó un testimonio anónimo,
después del libro, que indica que el primer lugar para el lanzamiento de
cuerpos en tambores de combustible fue el Canal San Fernando. Y resulta que se
produjo un accidente de una embarcación particular, que hizo pensar en el Delta
entrerriano. Pero los primeros tambores en San Fernando fueron lanzados desde
embarcaciones, no desde vuelos. Me dicen también que hay bastante para trabajar
en San Fernando en toda la zona de Prefectura. Allí hay muchas respuestas que
todavía no tenemos, como en la Prefectura Zona Delta en Tigre… En el libro
incluyo los nombres de los jefes de la época.
Hoy en día,
cuando hablás con los isleños, ¿qué percepción tienen de lo sucedido? ¿Fueron
hechos relevantes en sus vidas o notás que cuentan las historias
desapasionadamente como algo mas que les pasó? ¿Tienen miedo de hablar?
Desapasionado
no hay nadie en esta historia que fue y acaso es tan fuerte para los isleños.
Cuando terminé el libro, el año pasado, concluí que un tercio de los testigos
había hablado y brindado su nombre; otro tercio había hablado sin dar su nombre;
y otro tercio directamente no había hablado. El miedo todavía dura. De todos
modos, como si tiráramos de un mantel, todo se corre para adelante, las cosas
empiezan a cambiar y quienes no hablaban empiezan a animarse, y quienes daban
el testimonio en forma anónima se atreven a dar el nombre. Cómo habrá sido de
fuerte el tema en la gente, que hace algunos meses cuando presenté el libro en
Holt-Ibicuy, frente a Paranacito, me contaron que a una chica de 16 años su
abuelo le dice, ahora, que no se bañe en el río Paranacito porque “aparecen
cuerpos flotando”. ¡Cómo habrá sido de impactante lo que pasó, que el hombre
aún sigue conmovido por lo que vio!
A partir de la edición de
tu libro ¿se inició alguna investigación judicial o gubernamental al respecto?
Era lo que yo esperaba,
pero no ha sucedido. En algún tiempo me presentaré a la Justicia con el libro y
con los testimonios que han surgido después. Hay jueces del juicio de la ESMA
que conocen el tema del Delta entrerriano. Creo que hay mucho para trabajar. Estamos
entre una Justicia donde hay funcionarios con un compromiso real, y otros que
no se mueven; y al mismo tiempo observo que la masacre de la dictadura fue más
grande de lo que pensábamos. Yo sigo recogiendo testimonios, tengo varios
fuertes para tomar y de hecho lo estoy haciendo. Y los testimonios me llevan y
me traen, entre el Delta entrerriano y el Delta bonaerense. Ya estoy concluyendo
que todo el Delta fue el patio trasero de la dictadura…
Nota de la
redacción: Si tenés algún relato referente a este tema, ocurrido en el Delta
de Tigre o San Fernando, podes llamar al 1568443671, enviarnos un mail a boletinislenio@yahoo.com.ar o dejar una carta en la librería Sudeste, Avenida Cazón
1048. Prometemos preservar la confidencialidad de cualquiera que desee contar
su historia.
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