A continuación presentamos el texto producido por un grupo de quinteros de la Primera Sección de islas en el que se manifiestan preocupados por el futuro de sus actividades. A través del mismo se convoca a participar al resto de los propietarios de quintas y se informa acerca de un cronograma de reuniones entre ellas, una con la Comisión de Agrigultura, Gandería y Pesca del Congreso Nacional.
Las quintas isleñas son terrenos cuyas superficies ocupan fracciones
de más de una hectárea y han representado históricamente la pujante producción
del Delta. Fueron también sinónimo del esfuerzo titánico llevado adelante por
los inmigrantes y sus descendientes durante décadas. En ellas se han realizado
diversas actividades a lo largo del tiempo que van desde la producción forestal
a la frutihortícola, trasformando a nuestras islas en la principal boca de
expendio de frutas del país hasta finales de los años cincuenta, momento en el que
las grandes crecidas y las exenciones impositivas a otras regiones, como ser por
ejemplo la de Cipolletti en la Provincia de Río Negro, terminaron acabando con
esta próspera economía que generaba fuentes de trabajo a miles de isleños. Fue
así que las décadas del sesenta, setenta y ochenta fueron el escenario de su
colapso, entonces muchos quinteros decidieron lotear sus porciones de tierra
para vender terrenos de menor superficie y así poder seguir adelante. Es por
eso que hoy vemos una casita al lado de la otra en la mayoría de los ríos y
arroyos, sitios en donde antes solo existían montes y producción. En la
actualidad esta tendencia continúa y en ella se puede apreciar la voracidad de
los negociadores inmobiliarios que compran por poco y venden por millones. En
algunas ocasiones estas operaciones se realizan en forma especulativa y
sospechosa ya que, en muchos casos, las escrituras se encuentran extraviadas o
directamente no existen debido a que las tierras fueron colonizadas – en el
buen sentido – por inmigrantes cuyo único título de propiedad era el trabajo
que en ellas habían puesto, pero los tiempos han cambiado. Hasta mediados de la
década del noventa las islas eran el patio trasero de los municipios, en cambio
ahora la Primera Sección se ha convertido en un lugar apetecible para los
emprendimientos inmobiliarios.
Este
incipiente grupo de productores y quinteros se reúne a partir de la grave
preocupación existente motivada por la improductividad, las trabas
burocráticas, la falta de fomento y el alarmante aumento de las tasas
municipales que no contemplan en absoluto la realidad de sus propietarios. A la
vez la promulgación de las ordenanzas incluidas en el “Plan de Manejo del
Delta”, sancionadas por la Municipalidad de Tigre, suman una preocupación extra
a las ya existentes, dejándonos en un lugar de incertidumbre respecto de
nuestro futuro. Si es que tanta preocupación manifiestan las autoridades
municipales por el cuidado de los humedales y el medio ambiente, ¿por qué no se
fomentan actividades sustentables en éstas áreas en vez de pensar un Delta
hiperpoblado de habitantes? ¿Por qué no se busca preservar estas fracciones de
tierra en vez de pronosticar su loteo y las posteriores construcciones que solo
traerán mas desechos, contaminación, navegación y saturación de gente cuya
presencia no resulta necesariamente sustentable? ¿Por qué se busca únicamente posicionar
a las islas como a un polo inmobiliario y turístico siendo que en ellas es
factible la producción de materias primas para diferentes actividades
industriales o artesanales?
Es por este cúmulo de preguntas sin respuestas que nos reunimos. Ante los ojos del mundo moderno se piensa que los quinteros son personas adineradas, terratenientes que por la superficie que ocupan deben tributar más impuestos porque “tienen más”, pero la realidad es otra. Las quintas de la Primera Sección de Tigre se encuentran desactivadas y abandonadas representando un verdadero problema para sus propietarios que deben mantenerlas para que no se les venga encima el monte. En muchos casos existen lugares con cientos de metros de frente habitados por gente humilde que ocupa viviendas precarias y a los que se les cobran tasas municipales altísimas que no pueden pagar. La respuesta que se da desde el municipio frente a nuestras inquietudes es la siguiente: “¿qué culpa tenemos nosotros de que usted no use la quinta? Si usted tiene un Mercedes Benz parado en el garaje de su casa y se queja cuando le llega la patente, ¿qué culpa tenemos nosotros de que no lo use? Nosotros somos encargados de recaudar.” Esta infeliz comparación dista mucho de la realidad y pone únicamente en primer lugar el afán recaudador que no contempla la realidad social de nuestras islas. Con este tipo de afirmaciones también se ponen de manifiesto la equivocada visión que se tiene de las quintas, que son comparadas con automóviles o bienes de lujo cuando nosotros, ¡señores!, no somos quienes hemos “inflado” los precios de las tierras NI QUEREMOS VENDER POR MAS QUE NOS OFREZCAN ALTAS SUMAS DE DINERO AL VERNOS APREMIADOS POR LA FALTA DE FOMENTO Y EL “APRIETE” IMPOSITIVO MUNICIPAL. NOSOTROS NOS NEGAMOS A ENTREGAR LAS QUINTAS.
Ya que se encuentra tan en boga el
discurso ecologista muchas veces vacío de contenido valdría la pena agregar que
en las quintas habitan animales autóctonos
en peligro de extinción que no son frecuentes de encontrar en la Primera
Sección como carpinchos, nutrias, lobitos de río y hasta hace algún tiempo
ciervos. ¿Qué dudas quedan de que el aumento de las construcciones y de la
población los aleja? ¿Qué duda quedan acerca de que la presencia de un Lobito
de río nadando en una zanja es indicador de un ambiente sano? Por eso también las quintas resultan un
verdadero bastión natural que deberíamos cuidar. Incluso, lejos de ser
asfixiadas por la falta de fomento y presión impositiva, TENDRÍAN QUE SER
CONSIDERADAS PATRIMONIO NATURAL Y CULTURAL.
Los quinteros queremos trabajar, no
vender nuestra tierra a especuladores inmobiliarios. Las ofertas son tentadoras
pero el amor por las islas lo es más y nos negamos a retirarnos. Queremos TRABAJAR EN FORMA SUSTENTABLE SIN DAÑAR LOS
HUMEDALES que, comprendemos, son nuestra salvación debido a los beneficios
comprobados que brindan al medio ambiente. Los
quinteros necesitamos con urgencia detener esta tendencia especulativa reinante
con el trabajo de nuestras propias manos, porque eso es lo que somos,
trabajadores que están todo el día en el monte con las botas puestas. La avidez impositiva y las restricciones no
hacen más que expulsarnos y obligarnos vender para seguir construyendo y
superpoblando el lugar.
Esta nota es una invitación a todos
aquellos que posean quintas en la Primera Sección de Islas, para lograr
encontrar una salida a la grave problemática por la que estamos atravesando y
que augura un futuro oscuro.
En vistas de esta situación es que nos encontramos programando una
serie de encuentros con el INTA, el Municipio, el Concejo Deliberante, el
gobierno provincial y el Congreso Nacional que comenzarán próximamente. Dicho
cronograma se encuentra en pleno proceso de armado.
Los interesados en participar del grupo pueden comunicarse a través del
siguiente mail quintasdeldeltaenpeligro@yahoo.com.ar o telefónicamente al 1541896698.
Firman: Leonel Capitelli, Oscar Cenizo, Fernando
Uzal, Fabián Papaseit y demás quinteros adherentes de la Primera Sección de
Islas de Tigre.
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