El peronismo es desborde, no hay caso
con encasillarlo. También se ha indicado que el peronismo es capaz de absorber
diversas expresiones políticas, y que incluso ha asumido la forma de un
espectro oscilante entre derecha e izquierda, o al revés. Bueno, ahora lo
habita un nuevo impulso histórico, que además está gestando una nueva
contradicción en su seno. La praxis nacional y popular, y democrática se dijo
también, ha parido ahora al “Eco-peronismo.”
Las bases del eco-peronismo las ha dado
el mismo Juan Domingo Perón, en su “Mensaje
Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo”, de febrero de 1972. Allí se
planteaba un nuevo desafío para los países del “tercer mundo”.
A las luchas por la autodeterminación de
los pueblos contra las afrentas coloniales, Perón sobreponía un “peligro mayor”
como la destrucción de la naturaleza y sus consecuentes “catástrofes sociales”,
que llaman a “superar las divisiones partidarias o ideológicas” pues lo que
está en juego es la supervivencia misma de la humanidad. Perón entendía que la
crisis ambiental que vislumbraba como amenaza terminal de la existencia humana
dependía del paradigma del progreso y del espejismo del desarrollo tecnológico,
un modelo que a su vez distribuía desigualmente sus consecuencias negativas.
Por ello la Soberanía Política e Independencia
Económica, pero sobre todo la Justicia Social, eran objetivos que el tercer
mundo debería perseguir como parte de la lucha planetaria para corregir el
camino de insustentabilidad e injusticia ambiental del modelo de las
“sociedades de consumo”. Por ello en las consideraciones, Perón señalaba: “Por eso cada gramo de materia prima que se
dejan arrebatar hoy los países del Tercer Mundo equivale a kilos de alimentos
que dejarán de producir mañana. (…) De nada vale que evitemos el éxodo de
nuestros recursos naturales si seguimos aferrados a métodos de desarrollo,
preconizados por esos mismos monopolios, que significan la negación de un uso
racional de aquellos recursos. (…) En defensa de sus intereses, los países
deben propender a las integraciones regionales y a la acción solidaria”. En
este documento de Perón resuenan muchas de las ideas de Rodolfo Kusch en su
texto “Geocultura del Hombre Americano”, lo cual también marca la densidad
teórica de los contenidos ecológicos dentro de la tradición del pensamiento
nacional y popular.
El eco-peronismo no es una expresión de
deseo, amparada en algunas citas del propio Perón. Aunque esto ya bastaría para
que la ortodoxia tomara nota. Estamos frente a un movimiento histórico que no
solo reactualizaría el vigor del proyecto nacional y popular, sino que podría
reubicarlo como parte de la herencia del pensamiento bisagra, trans-moderno,
que habrá de consolidarse para encarar la actual crisis civilizatoria que pone
en evidencia la problemática ecológica y la desigual distribución de sus
costos.
Hay síntomas de la nueva era, de la cual
no está exento el peronismo que ya evidencia en su interior el nacimiento de
una nueva dialéctica que amenaza devorar las anteriores. Ya mismo el proyecto
nacional y popular en su expresión de gobierno, o sociedad civil organizada,
está teniendo que enfrentar en forma creciente una contradicción, un parte
aguas, que deja de un lado al eco-peronismo y del otro al peronismo
neo-desarrollista o extractivista. Así lo expresan los traspiés presidenciales
como en la ley de bosques, o en el veto y voto de una misma ley, como la de
glaciares. O las ambigüedades discursivas y la “tercerización provincial” de la
represión frente a las protestas ambientalistas de poblaciones como
Gualeguaychú o Famatina, y frente a las acciones territoriales de las
comunidades rurales originarias y tradicionales. O bien, la convivencia dentro
de un mismo organismo como el INTA, de una política de promoción de la
agroecológica y la agricultura familiar, a la par de la celebración exultante
de las clonaciones animales y la ingeniería genética para sostener
monocultivos.
O el coqueteo entre una berborragia
ambientalmente escencialista y un real desmanejo de la cuenca Paraná-Del Plata
que se agudiza en su desembocadura, donde el gobierno de la provincia de Buenos
Aires, y los municipios de Tigre y San
Fernando, prometen grandilocuentes acciones de manejo ambiental que castigarían
a los habitantes tradicionales, a la vez que incumplen con los controles
ambientales en tiempo y forma, permitiendo por acción u omisión la
contaminación de los afluentes del Río de la Plata y las agresiones de grandes
emprendimientos sobre las islas del Delta y sus pobladores.
Mientras un sector del peronismo está
con los ojos en la crisis financiera global, el eco-peronismo tiene sus
preocupaciones puestas en los modos en que el pueblo argentino sorteará la
crisis socio-ambiental que enfrenta el planeta, y pone en jaque la existencia
misma del ser humano.
Entre estos últimos, aunque primeramente
no se definirían como eco-peronistas, podríamos hallar a sectores (oficialistas
y no oficialistas) del movimiento de fábricas recuperadas y trabajo
autogestionado, del movimiento campesino e indígena y agroecológico, del
movimiento vecinal ambientalista, de las redes de activismo ecologista, del
empresariado pyme vinculado al nicho “verde” o ambientalmente responsable.
También podríamos englobar aquí a algunos funcionarios nacionales, provinciales
y locales, o bien a viejos militantes de la “resistencia peronista”,
intelectuales, artistas y legisladores no necesariamente alineados con el
oficialismo.
Todos ellos asumen consideraciones y
acciones para un proyecto ecológico nacional y popular. A su vez, de este modo,
el eco-peronismo crea para la apuesta nac&pop un potencial arco de alianzas
políticas de escala local y latinoamericana muy vasto, donde existen
expresiones gubernamentales y de movimientos sociales. A la inversa, quizás el
aporte del eco-peronismo al movimiento ecologista rural y urbano global sea
poco significativo, sin embargo puede jugar un rol histórico central a la hora
de neutralizar la legitimidad que está teniendo lo que se ha llamado “segunda
ola de cercamientos” o fase de “acumulación por desposesión” en el sur del sur
de América.
Para todos aquellos, que asociamos a la
presencia eco-peronista, el gran desafío es enfrentar, al interior mismo del
proyecto nacional y popular, a la línea embanderada en el neo-desarrollismo que
defiende las grandes inversiones (locales e internacionales) para
emprendimientos vinculados con la explotación directa de los recursos
naturales, donde se destacan las actividades del agronegocio, la minería a
cielo abierto, o los megaemprendimientos urbanísticos.
Es decir, el proyecto ecologista
nacional y popular, tendrá que lograr primeramente que el peronismo actual (en
el gobierno o no) abandone su faz productivista y extractivista, se proponga
reestructurar el sistema energético argentino, y que en ese recorrido avance
sobre la planificación democrática de la economía y la preservación del
equilibrio ecológico.
Muy buena nota. El ecoperonismo ya esta en movimiento. Los invito a seguirlo en
ResponderEliminarhttp://ecoperonismo.blogspot.com.ar/
Atte.
El pajaro