martes, 10 de septiembre de 2013

SOBRE EL FAMATINA, COLONY PARK, VACA MUERTA Y DEMÁS CALAMIDADES. (Y la cloaca abierta llamada Reconquista)


En todo este tiempo que se viene hablando sobre el extractivismo: la minería, la tala de bosques nativos, sojización, modos nocivos de extraer el petróleo, destrucción del Delta por barrios privados y demás calamidades veo, en la falta de información, un buen refugio para escapar de nuestras culpas.
            Cuando la linterna alumbra hacia el interior, alumbra mucho mejor.
            En los centros urbanos, que es el lugar en el que más se siente la protesta mediática de las clases medias con acceso a las comunicaciones sobre estos gigantescos emprendimientos, es donde mejor funciona como escudo personal la falta de conocimiento. En los ámbitos rurales se sufre, se lucha, se padece en silencio o se pelea con las pocas fuerzas existentes las consecuencias de todo este desastre.

Nos estamos comiendo el planeta


            Las megaciudades, mejor dicho, sus habitantes, son los principales impulsores del consumismo demencial que motoriza la ambición de los empresarios por abastecer a esos devoradores mercados. Allí se alimenta la ecuación: sacar-producir-usar-tirar. La fascinación por la tecnología utilitaria del hombre urbano de hoy, por la búsqueda de la Conexión Total, la Temperatura Ideal, por la obtención de la Completa Comodidad, como un moderno anhelo del antiguo Nirvana, hace que las “necesidades”/ “necedades” del individuo puedan ser multiplicadas hasta el infinito para luego ser satisfechas por quienes aquello producen.
El juego es perfecto: los fabricantes de esas Cosas (como el fallecido Steve Jobs, productor de Cosas de marca Apple)  son emulados tras su muerte como verdaderos reformadores de la humanidad, como Cristo, Buda, Gandhi o Lao Tse, y su aliado principal, la publicidad, que hoy ya ha sido elevada al rango de “arte”, hace lo que se precise al mejor postor.
            Respecto de la tan mentada “megaminería”, no hemos encontrado información accesible al gran público que diga qué se extrae de esas minas, para qué, qué se fabrica con lo que de allí se saca. Sería aterrador que al rastrear la genealogía de los objetos diéramos en la cuenta de que con esos recursos naturales extraídos de manera contaminante, se fabricaran los nuevos ídolos actuales: teléfonos celulares mágicos, tabletas, iPods, computadoras, redes infinitas de comunicación, electrodomésticos, máquinas y más máquinas. Lo mismo ocurre con el ahora famoso “fracking” para extraer petróleo.
            Cuando la linterna alumbra hacia el interior alumbra mejor, aunque duelan los ojos.
            No podemos seguir liberándonos de la responsabilidad que nos cabe como individuos en esta sociedad. Los políticos deben por supuesto impedir que todo esto ocurra, pero ¿quién de nosotros está dispuesto a hacer un radical cambio en su vida personal para que esto no siga pasando? Hablamos del cambio climático como de algo que nos es completamente ajeno, como inocentes que no tenemos ninguna culpa.

El monstruo del extractivismo se alimenta de nuestro consumo desenfrenado


            El sistema económico, el modo de extracción y producción, y la relación del individuo con las COSAS están en el banquillo. Si la explotación a los trabajadores y la división internacional del trabajo (con el consecuente imperialismo) no era suficiente razón para cuestionar el capitalismo, el problema ambiental –que también tiene su división internacional de la contaminación- trae a la palestra una nueva consigna para cambiar por completo este sistema horrible.        
Pero en el plano individual, ¿quién dejará de escalar la estúpida y demencial escalera de la tecnopelotudez para que no exista más la minería a cielo abierto? ¿Quién dejará de comprar terrenos en barrios privados que destruyen el Delta y otros lugares con el verso de lo “natural” (lo verdaderamente natural era lo que había antes de que ellos llegaran al lugar) porque es un buen negocio para invertir los ahorritos de la clase media? ¿Quién dejará de vivir en un barrio cerrado? ¿Quién dejará de ganar las exorbitantes sumas que trae el monocultivo de soja transgénica que sólo crece si se la rocía con el glifosato que contamina pueblos, mata campesinos e hipoteca la fertilidad de la tierra?
            . Un sistema económico es como un motor. Si al motor se lo quiere detener, no se le carga combustible y al momento se para. El consumismo extremo que produce toneladas de basura plástica y tecnológica se alimenta de dinero. Con la información, y con el coraje de asumir nuestras responsabilidades y un profundo cambio de vida, podemos elegir adónde cargarle combustible al sistema… y detenerlo.
            Hemos de pasar de la ecuación  inventar necesidades-sacar-producir-usar-tirar a la ecuación necesidad real de la humanidad-producir bienes que duren-reciclar.
            NO HAY PROBLEMA EN EL CERRO FAMATINA, EN VACA MUERTA, EN LOS MONTES DEL INTERIOR NI EN NUESTRO QUERIDO DELTA SI NOSOTROS CAMBIAMOS.
Si no estamos dispuestos a ir modificando gradualmente nuestra vida cada día, a tener menos cosas y más simples y seguimos protestando ante estos temas como si no tuviéramos nada que ver, somos unos hipócritas.




1 comentario:

  1. que bien se las hizo massa todos ustedes los ambienta listas llevaron a los isleños de las narices para ir contra colony park y ahora el delta de tigre esta a disposición de algunos pocos a ustedes llamados ambienta listas no les in porta la isla les in porta la platita y colony no se las dio ni se las va a dar colony por ahra no se hace pero grasias a ustdes se esta construyendo 10 beses mas en la isla y ustds no ben ni un sope jajaja

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